Adiós, Peter Pan.
Un querido maestro mío me dijo alguna vez que, en su opinión, el siglo XX era el más complicado de historiar. Todo ocurría en ese tiempo y de una manera tremendamente veloz: aparecían y desaparecían Estados nacionales, la economía se disparaba desde la más horrible crisis hasta una inimaginable bonanza mundial (para luego regresar al principio), la matanza de millones de personas por motivos políticos se volvían algo normal, y principalmente, el individuo se convertía en el eje rector de la vida social. Y este individuo, con sus ideas políticas, sus creencias, sus hábitos de consumo y sus gustos particulares, marcaba un tiempo en el que la masa parecía disolverse y sólo quedaban las soledades para rumiar el tedio ante un futuro que había desaparecido. Ya no valía la pena esforzarse por un cambio político; ahora había que apostarle a una transformación personal que convirtiera al ser humano en algo totalmente distinto a lo que había sido: un "posthumano" al que el paso del tie...