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Mostrando las entradas de septiembre, 2010

"Ya sabeis el modo de ser libres..."

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En 1820, el Virreinato de la Nueva España pasaba por malos momentos. La guerra iniciada por Miguel Hidalgo diez años antes había destrozado la economía, vuelto inseguros los caminos, y acendrado los odios entre los habitantes de este país. A pesar de que desde 1815, con el fusilamiento de José María Morelos, las acciones insurgentes se habían concentrado en el sur del país, entre los novohispanos había hartazgo por una guerra que parecía no tener fin. Si México pasaba por problemas, España no estaba mejor. Una revuelta militar había obligado a Fernando VII a reunir a las Cortes para reinstalar la Constitución que habían jurado en la ciudad de Cadiz en 1812; un documento explosivo y trascendental para la historia de España, ya que a partir de entonces la península entraba a la modernidad al permitir la libertad de prensa y limitar el papel de la iglesia Católica en la sociedad española. El ala militar, que en España reinstauró la Constitución de Cadiz, también era fuerte en México. Lue

La sucesión presidencial.

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"En el estudio de la historia he podido fortificar mi alma" Francisco I. Madero, 1908. En 1908 el general Porfirio Díaz concedió una entrevista al periodista James Creelman , para la revista Pearson´s Magazine . En ella, el viejo dictador habló de muchas cosas: su pasado en Oaxaca, sus batallas contra los conservadores y el Segundo Imperio Mexicano, su relación con Benito Juárez, y especialmente, se refirió al futuro de México. Díaz le dijo a Creelman que el país ya estaba listo para convertirse en una nación democrática con un sistema de partidos que se disputaran el poder entre sí y con base en la legalidad, por lo que no se reelegiría en 1910. Para los mexicanos que llevaban más de 30 años bajo la sombra de Don Porfirio, eran inéditas las palabras del viejo general. Al fin iban a ver un cambio en el sistema político mexicano. El desconcierto cundió entre la élite; algunos tenían miedo al darse cuenta de que, en poco tiempo, don Porfirio dejaría de gobernar México. Otros v

Sobreviviendo a la cruda Bicentenaria...

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¡Ay, de vuelta a la normalidad! Luego de la pachanga que tuve con la Patria, tengo que regresar a la vida cotidiana, sin colosos, sin ese Quetzalcóatl conceptual que rondó la Plaza de la Constitución, sin la atractiva Lila Downs , sin el "Shalalá" que tanto taladró mi cerebro... Apuesto a que ustedes están igual que yo. Y es que, cumplir 200 años no es cosa de todos los días. Tuvimos un megapuente (que a mi gusto debió comenzar el lunes de la semana pasada), en el que todos estuvimos rodeados del fervor patrio, nos gustara o no. La "trigarante faja", como la llamaba López Velarde, estaba en todas las esquinas, junto con los clásicos carritos de banderas, los anuncios de la "hotline del Bicentenario" y las recomendaciones para que nos uniéramos a la fiesta nacional viendo el gran desfile conmemorativo del 15 de septiembre...desde nuestras casas. Por supuesto que yo no les hice caso, como los cientos de miles de personas que abarrotamos Paseo de la Reforma y

¡¡¡VIVA MEXICO!!!

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PROEMIO Yo que sólo canté de la exquisita partitura del íntimo decoro, alzo hoy la voz a la mitad del foro a la manera del tenor que imita la gutural modulación del bajo para cortar a la epopeya un gajo. Navegaré por las olas civiles con remos que no pesan, porque van como los brazos del correo chuan que remaba la Mancha con fusiles. Diré con una épica sordina: la Patria es impecable y diamantina. Suave Patria: permite que te envuelva en la más honda música de selva con que me modelaste por entero al golpe cadencioso de las hachas, entre risas y gritos de muchachas y pájaros de oficio carpintero. PRIMER ACTO Patria: tu superficie es el maíz, tus minas el palacio del Rey de Oros, y tu cielo, las garzas en desliz y el relámpago verde de los loros. El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros del petróleo el diablo. Sobre tu Capital, cada hora vuela ojerosa y pintada, en carretela; y en tu provincia, del reloj en vela que rondan los palomos colipavos, las campanadas

Mis 200 razones para celebrar el Bicentenario

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¡Ya! Llegamos a esa semana que hemos esperado desde hace años. El próximo miércoles la nación mexicana festejará los primeros 200 años del inicio de la Revolución de Independencia. Sé que mucha gente no quiere celebrar el Bicentenario. Que piensa que el gobierno está gastando miles de millones de pesos en tonterías, que ese dinero habría que usarlo en cosas mejores, que no es posible que alguien piense celebrar con los problemas que vive México, que a lo más deberíamos hacer un discreto brindis en nuestras casas, que no hay nada que celebrar puesto que este país es un horror y lo mejor que podríamos hacer con él es abandonarlo. No voy a usar este post para discutir con todos los que piensen que el Bicentenario no vale la pena. Ellos tienen sus razones para creerlo y algunas me parecen válidas. Simplemente no me da la gana debatir con ellos. Esta semana yo quiero festejar. Este año me he descubierto mucho más nacionalista que antes. Quizá se deba a la juerga que la Patria y yo nos venim

¿El Bicentenario en mi cocina? (III): Gritos, héroes y TV.

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Con el Bicentenario cada vez más cerca, los productos relativos a esa fecha han crecido exponencialmente. En todos los medios de comunicación te puedes encontrar alguna referencia sobre los festejos de la próxima semana. Por cierto, habría sido buena idea que el gobierno federal o el de la Ciudad de México aprovecharan esos espacios para informarnos anticipadamente sobre el cierre de Paseo de la Reforma y otras calles céntricas, debido a la preparación de las fiestas del 15 y 16 de septiembre, lo que tiene a mi ciudad totalmente intransitable. ¡A ver cómo nos va la próxima semana! En fin, por ahora quiero hablar de dos programas que está pasando Televisa con relación al Bicentenario de la Independencia Nacional. Uno de ellos ha tenido una gran acogida, mientras que el otro, me temo, ha sido totalmente ignorado. Ello se debe, entre otras cosas, a que el primer programa pasa a las 10 pm en Canal 2 (Horario Triple A, lo que significa que es muy visto y vende mucha publicidad), mientras e

¿Qué hace mexicano a lo mexicano?

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John Houston, el afamado director de cine norteamericano, decía que odiaba a los mexicanos cuando, en alguna reunión o fiesta, comenzaban a torturarse con una pregunta de antemano incontestable: "¿cuál es la esencia de lo mexicano?" Como si tuvieramos algo en nuestros genes que nos hiciera absolutamente distintos a cualquier otra cultura, pero no tuvieramos la menor idea de qué es eso que nos hace diferentes. El historiador Edmundo O´Gorman, con la diplomacia propia de un peleador de artes marciales mixtas encerrado en la jaula y listo para aplastar a su rival, dijo de manera fulminante: "El ser humano no tiene esencia, tiene historia", en un intento de arrojar al olvido esas preguntas irresolubles, propias del positivismo del siglo XIX, que consideran que cada producto cultural tiene algo que lo diferencia de los demás, y que es fundamental encontrarlo para comprenderlo a cabalidad. El mito de la raza, del "carácter nacional" impregnó a todo el mundo dura

¡Hasta siempre, Germán!

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Yo no quería escribir este post. Desde que, hace algunos días, Germán Dehesa escribió en su columna que tenía cáncer y que le quedaba poco tiempo de vida, tuve la esperanza de que fuera una más de esas ocasiones en las que él tenía que entrar a un hospital por alguna emergencia, pero que volvería a pintarle cuernos a la flacuda para seguir entre nosotros, chacoteando y pensando en cómo mejorar este país. Hoy eso ya no ocurrió. Germán se nos ha ido. Y me doy cuenta de que con él se va una etapa fundamental en mi vida. El y yo fuimos amigos aunque nos vimos muy poco, y lo considero mi maestro por todo lo que aprendí a su lado, él escribiendo y yo leyendo sus columnas; él echando relajo en alguno de sus geniales programas de radio, yo escuchando y viviendo algunos de los mejores momentos que he tenido. Todo comenzó en 1989. En ese entonces yo tenía 16 años, y mi vida transcurría en la Colonia Condesa, entre los amigos de la prepa, el amor que más he querido (y a quién nunca se lo dije), l