Iturbide, "El innombrable"
A doscientos años de la consumación de la independencia nacional, Agustín de Iturbide, su principal personaje, sigue siendo una figura incómoda para la historia oficial. En su discurso del 27 de septiembre de 2021, el presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió a Iturbide como un "general conservador" que con sus militares realistas tomó la ciudad de México "en un festejo de la élite militar y política, con poca o ninguna significación social".
Es una pena que el presidente se refiera así al consumador de la independencia, pero él sólo está siguiendo un modelo ya muy antiguo en el que Iturbide siempre es visto como un villano por haberse convertido también en el primer emperador mexicano, algo que para los grupos políticos que impulsaron el republicanismo les parecía una traición a la patria.
Sin embargo, la historia siempre es más compleja de lo que parece. Muchos de esos que impulsaron el republicanismo apoyaron a Iturbide cuando proclamó la independencia y luego se coronó emperador. Vicente Guerrero, el más importante de todos ellos, felicitó a Iturbide, se convirtió en Capitán general y fue miembro de la Orden Imperial de Guadalupe.
Se equivoca también el presidente al calificar a Iturbide de "conservador" y a Guerrero de "liberal"; esos dos términos no existían en 1821 ni son los más precisos para comprender a una clase política que acababa de nacer y que hizo la independencia impulsando el Plan de Iguala.
El proyecto Iturbidista buscaba crear una nación independiente en la que todos sus miembros fueran iguales ante la ley, donde la religión católica los mantuviera unidos y que un monarca los gobernara. Iturbide sabía que el país no tenía las características necesarias para convertirse en una república: su territorio era enorme, tenía pocos habitantes y la mayoría eran analfabetas. Darle a una población así el derecho al voto hubiera provocado la aparición de líderes demagogos que al final provocarían la disolución del nuevo país.
En su lugar, Iturbide propuso la creación de un Poder Legislativo que representara a cada una de las corporaciones y oficios más importantes en ese momento en México: la Iglesia, el Ejército, los abogados, los funcionarios públicos, mineros, comerciantes, el pueblo y otros.
Si bien el imperio fracasó por su incapacidad para unir a los diversos grupos políticos del naciente país (así como su imposibilidad para cobrar impuestos), lo cierto es que el Estado mexicano nació como una monarquía y aquellos que en 1824 fundaron la República estuvieron del lado de Iturbide cuando fuimos gobernados por un emperador.
La experiencia monárquica marcó al país durante décadas. Si México pretende formarse un buen futuro tiene que ver a su pasado sin fobias ni prejuicios; tiene que hacer el esfuerzo de comprender lo que le ocurrió para así comprenderse a sí mismo.
Al final, como dijo Iturbide: "ya sabéis el modo de ser libres: a vosotros toca señalar el de ser felices".
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