El restablecimiento de las relaciones entre México y España en 1977: una cuestión de amistad.
En
febrero de 1977 el ministro de asuntos exteriores del gobierno español,
Marcelino Oreja, recibió una llamada telefónica del secretario de relaciones
exteriores del gobierno de México, Santiago Roel. Con esa llamada empezarían
una serie de conversaciones para poner fin a la separación que vivían los dos
países desde el final de la guerra civil española.
Hoy que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador le ha
pedido al rey de España una disculpa por las matanzas ocurridas durante la
Conquista de México, vale la pena recordar cuando los dos países resolvieron
sus diferencias y decidieron que valía más la pena ver juntos hacia el futuro
en lugar de vivir enemistados por el pasado.
En esta historia la fecha más lejana es 1939; en ese año la
República Española fue derrotada por las tropas de Francisco Franco. El
gobierno de Lázaro Cárdenas había apoyado a los republicanos porque consideraba
que un triunfo franquista podría alimentar a los grupos de derecha que había en
México además de que consideraba injusto que el franquismo tuviera el respaldo
de la Alemania Nazi.
El gobierno mexicano apoyó a la Republica Española
enviándole armas, dinero y recibiendo a los refugiados -niños, intelectuales y
gente cualquiera- que huyeron de su país. Al vencer los franquistas México
protestó ante la Sociedad de las Naciones por lo que consideraba una
sublevación contra el gobierno legítimamente establecido en España.
Mientras tanto, la República Española pasó años muy
dolorosos -junto con todos los que tuvieron que salir de la península- hasta
que en 1945 en el Salón de Cabildos del Antiguo Palacio del Ayuntamiento (hoy
Gobierno de la Ciudad de México), la república pudo reorganizarse. Durante un
año estuvieron en México hasta que se mudaron a París, donde permanecieron hasta
su disolución en 1977.
El presidente Lázaro Cárdenas decidió no reconocer al
gobierno franquista como el legítimo mandatario de España. Los siguientes
presidentes mexicanos mantuvieron esta política e inclusive rechazaron la
posibilidad de que España ingresara a la Organización de las Naciones Unidas.
Sin embargo, este rechazo colocaba a México en una
situación comprometida porque si bien reconocía a la República Española no
podía tener con ella acuerdos comerciales o culturales pues los republicanos no
controlaban el territorio español; y el gobierno franquista deseaba tener
relaciones con México, pero eso sería imposible mientras existieran sus
enemigos los republicanos.
Eso provocó que México tuviera una relación formal con la
república – los refugiados que vivían en el país, los aniversarios y homenajes
a Lázaro Cárdenas- y al mismo tiempo tenía relaciones comerciales y culturales con
la España de Franco. Ya en 1947 y sin tener embajadores, México y España
firmaron un acuerdo para facilitar el comercio entre los dos países y en los
años siguientes figuras como Manolete, Sara Montiel, Agustín Lara y Pedro
Vargas viajaron a ambos lados del Atlántico.
Conforme pasaron los años la situación entre México, la República
Española y el gobierno franquista comenzó a cambiar. En 1969 Juan Carlos de
Borbón fue nombrado príncipe de España y sucesor de Francisco Franco a título
de rey. Junto al príncipe llegaba una nueva generación de políticos españoles
como Manuel Fraga y Adolfo Suárez que habían hecho sus carreras bajo el franquismo,
pero veían que éste terminaría pronto y sería necesario democratizar a España.
En ese proceso México sería muy importante ya que
restablecer relaciones con nuestro país le permitiría a España tener una fuerte
presencia en el continente, pero para ello primero había que hacer cambios en
la península.
En septiembre de 1975, a dos meses de que Franco
falleciera, cinco miembros del grupo Euskadi Ta Askatasuna (“País Vasco y Libertad”)
fueron fusilados por terrorismo. El gobierno del presidente Luis Echeverría
canceló los vuelos entre Madrid y la Ciudad de México, cerró la Oficina de
Negocios de España en nuestro país y la representación de la agencia de
noticias EFE.
El gobierno franquista contestó cerrando la Oficina
Mexicana en Madrid, la representación turística y le dijo al presidente
Echeverría que no anduviera presumiendo de estatura moral pues él había
participado como secretario de Gobernación en la matanza de Tlatelolco de 1968.
Las relaciones entre México y España se rompieron, pero a
Francisco Franco le quedaba muy poco tiempo de vida y en los dos países sus
clases dirigentes esperaban el momento para restablecerlas. La muerte de Franco
el 20 de noviembre de 1975 permitió que los dos países volvieran a acercarse.
En 1976 el presidente electo de México José López Portillo
consideró que ante la desaparición del caudillo y el restablecimiento de la
monarquía en España con el rey Juan Carlos I, había llegado el momento de reunir
a las dos naciones. Pero para ello el gobierno mexicano necesitaba estar seguro
de que la monarquía democratizaría a España y además habría que terminar las
relaciones con la república, algo que al principio no parecía fácil.
A unas semanas de su toma de protesta José López Portillo
envió a España al político Santiago Roel -quien sería su secretario de
relaciones exteriores – con la misión de entrevistarse con las autoridades del
pequeño pueblo de Caparroso, en Navarra, a quienes deseaba invitar a la ceremonia
porque de ahí venía su familia. En realidad, Santiago Roel tenía la encomienda
de acercarse de manera oficiosa al gobierno español para sondear la posibilidad
de restablecer las relaciones rotas desde 1939.
No todos en el gobierno mexicano estaban de acuerdo con
restablecer relaciones diplomáticas con España. La Secretaría de Relaciones
Exteriores aconsejó al presidente López Portillo que esperara un momento mejor
para el acercamiento, ya que había temor de que la monarquía española dejara de
lado sus promesas de democratización y reprimiera a los opositores, pero el
jefe del ejecutivo tomó por sí solo la decisión que cambió la historia.
Marcelino Oreja, ministro de asuntos exteriores de España
recibió con agrado la noticia de que el gobierno mexicano estaba considerando
la posibilidad de restablecer relaciones, pero también pensaba que eso sólo
sería posible si antes México terminaba su contacto con la República Española.
Su representante, Fernando Arias Salgado, viajó a México en febrero de 1977 y
se reunió con Santiago Roel para empezar una serie de conversaciones que
culminarían con el restablecimiento de las relaciones entre los dos países.
El acercamiento entre México y España se dio en cuestión de
pocos meses. Confiando en que España llevaría acabo una profunda reforma
política que entre otras cosas permitiría la libertad de expresión y
legalizaría a los partidos de oposición, México dio los pasos necesarios para
reunir a las dos naciones.
Mientras tanto, el gobierno de la República Española,
establecido en París, también observaba con interés lo que ocurría en la
península. Los republicanos no tenían forma de volver al poder y el compromiso
de la Corona de realizar elecciones generales el 15 de junio de 1977 aceleraron
la decisión de cancelar las relaciones entre México y la República para luego
desaparecerla.
Rodolfo Echeverría, subsecretario de Gobernación, fue
encargado por José López Portillo de reunirse en París con el último presidente
de la República Española José Maldonado González. Echeverría le explicó que
muerto Franco México quedaba en libertad para reanudar sus relaciones con España,
pero no quería romper abruptamente con la República. El
presidente Maldonado le contestó que “hacia México sólo tenemos
sentimientos de gratitud y amor” y que no se opondrían a que ahora nuestro país
se acercara a la monarquía.
El 18 de marzo de 1977 se reunieron en la Residencia
Oficial de Los Pinos El presidente Maldonado y otros miembros de la República
Española con el presidente López Portillo, el canciller Santiago Roel y el
secretario de Gobernación Jesús Reyes Heroles. Allí anunciaron a la prensa que
las relaciones entre los dos gobiernos quedaban canceladas, agradeciéndole a
México por haber permitido que los españoles exiliados tuvieran viva la
antorcha de la esperanza.
Ya sólo quedaba restablecer relaciones con el Reino de
España. El 28 de marzo de 1977 el ministro Oreja y el Secretario Roel se
reunieron en el hotel Jorge V en París para el intercambio de notas
diplomáticas por las que ambos países aceptaban tener misiones diplomáticas
permanentes a nivel de embajador. A partir de ahí todo se dio muy rápido: el
presidente de gobierno Adolfo Suárez visitó México en abril de 1977, en octubre
de ese año José López Portillo viajó a España y un año más tarde Juan Carlos I
visitaba México.
Carlos Fuentes escribió: «Nuestra
relación con España es como nuestra relación con nosotros mismos: conflictiva.
Y de parejo signo es la relación de España con España: irresuelta, enmascarada,
a menudo maniquea. Sol y sombra como en un ruedo ibérico. La medida del odio es
la medida del amor. Una palabra lo dice todo: pasión»
Y
también amistad.
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