Cuando no sepas a dónde vas, mira hacia atrás para que recuerdes de dónde vienes.

El 18 de diciembre de 1861, el presidente Benito Juárez se dirigió a la nación para informarle que un peligro se acercaba. Tropas españolas habían llegado a Veracruz para tomar el puerto y así obligar a México a cumplir con una serie de exigencias que le era imposible afrontar. 
Con esa agresión comenzó una de las etapas más difíciles y al mismo tiempo esplendorosas de nuestra historia nacional. Después de España llegaron tropas inglesas y francesas con el mismo objetivo, y los últimos querían desaparecer a nuestro país y convertirnos en un protectorado francés disfrazado de monarquía constitucional. 
En su discurso a la nación el presidente Juárez señaló que nuestra dignidad nacional y nuestra independencia estaban en peligro de muerte. Si bien no deseaba entrar en una guerra con esos países y consideraba imprescindible cumplir nuestros compromisos con ellas en cuanto fuera posible, no permitiría de ninguna manera que nuestra patria fuera destrozada. 
Para defender a nuestro país, el presidente Juárez convocó a todos sus habitantes: 
“yo apelo a vuestro patriotismo y os excito a que, deponiendo los odios y enemistades a que ha dado origen la diversidad de nuestras opiniones y sacrificando vuestros recursos y vuestra sangre, os unáis en derredor del gobierno y en defensa de la causa más grande y más sagrada para los hombres y para los pueblos: en defensa de nuestra patria.”
De esta manera comenzó una guerra sangrienta y dolorosa para el país, pero que culminó en 1867 cuando la república fue restaurada y México consolidó su soberanía ante el mundo. 
El presidente Juárez, en la frase que lo hizo más famoso, señaló que había que respetar y defender a toda costa los derechos de los demás para de esa forma defender los nuestros. 
En este momento todo parece indicar que Estados Unidos elegirá como presidente a un hombre que dedicó su campaña a agredir a nuestro país llamándonos ladrones y violadores. Ha prometido que en cuanto llegue al poder nos obligará a renegociar el Tratado de Libre Comercio, expulsará a millones de indocumentados y construirá un enorme muro en su frontera para evitar que regresen. 
Para México (y el resto del mundo) comienza una etapa muy dura, en la que nuestros valores e ideales serán puestos a prueba mientras la arrogancia, la ignorancia y la codicia se adueñan del gobierno más importante del planeta. 
Muchas veces como historiador he visto que mis alumnos acuden a mis clases buscando saber sobre el pasado para entender el presente, y además buscan algo que todos los seres humanos necesitamos para seguir adelante en nuestras vidas: esperanza. 
En momentos de incertidumbre, cuando no tenemos claro qué hay más adelante, es necesario ver hacia atrás para encontrar en los ejemplos del pasado la fuerza para avanzar. 
El pasado también fue un presente lleno de incertidumbres y nuestros antecesores no perdieron la fe y siempre creyeron que saldrían adelante. 
Somos una sociedad que no confía en su gobierno, que ve que la ley no es obedecida y que la corrupción nos ha inundado de tal forma que ya no nos concebimos sin ella. 
Todo eso nos hace vulnerables ante los enemigos internos y externos que aparecen en nuestro camino. 
Pero si permanecemos unidos –como pidió el presidente Juárez en 1861- si confiamos en nuestras fortalezas y no nos dejamos vencer por el miedo o la desesperación, tendremos las armas que nos permitieron salir adelante hace 155 años cuando todo parecía perdido. 
Les pido que confiemos en nosotros mismos, que no nos dejemos vencer por el miedo o la desesperación; que creamos que sí merecemos un futuro mejor y podemos alcanzarlo si trabajamos por él. 
Hemos pasado por etapas peores y salimos adelante. También saldremos de esta.

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