¡Feliz bicentenario! (Nuestra otra acta de independencia)


¡Felicidades a la América Septentrional por cumplir hoy 200 años de la declaración de su independencia!
Si la historia hubiera sido distinta, hoy sería día de fiesta nacional y recordaríamos a nuestros padres fundadores José María Morelos, Miguel Hidalgo (en ese orden) y a los miembros del Congreso del Anáhuac, los cuales nos dieron además de la independencia nuestra primera constitución.
Desgraciadamente la historia no es como debio haber sido; es como es. Y por eso recordamos más al cura Hidalgo tocando la campana de Dolores y a Agustín de Iturbide consumando la independencia en 1821.
Todo eso, sin embargo, no impide que hoy tengamos presente que hace dos siglos los diputados reunidos en Chilpancingo redactaron el primer documento en el cual queda claro que México se separa totalmente de España, que tendrá el sistema de gobierno que más le convenga (el republicano, según Morelos), que será un país católico y defenderá hasta la muerte su libertad (en el momento en que la alcanzaran, claro está).
Esta acta de independencia jamás llegó a aplicarse. Dos años después de su promulgación Morelos fue fusilado y hubo que esperar hasta 1821 para que naciera México como un Estado independiente. Pero la influencia del cura de Carácuaro, y el anhelo de construir una nación libre, soberana y democrática; que sea casa amorosa para todos sus hijos, sigue presente.

ACTA SOLEMNE DE LA DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DE LA AMÉRICA SEPTENTRIONAL
El Congreso de Anáhuac, legítimamente instalado en la Ciudad de Chilpancingo, de la América Septentrional, por las provincias de ella: Declara solemnemente, a presencia del Sr. Dios, árbitro moderador de los imperios y autor de la sociedad que los da y los quita, según los designios inescrutables de su providencia, que por las presentes circunstancias de la Europa ha recobrado el ejercicio de su soberanía, usurpado; que, en tal concepto, queda rota para siempre jamás y disuelta la dependencia del trono español; que es árbitro para establecer las leyes que le convengan para el mejor arreglo y felicidad interior, para hacer la guerra y paz y establecer alianzas con los monarcas y repúblicas del Antiguo Continente, no menos que para celebrar concordatos con el Sumo Pontífice Romano, para el régimen de la Iglesia Católica, Apostólica Romana, y mandar embajadores y cónsules; que no profesa ni reconoce otra religión más de la católica, ni permitirá ni tolerará el uso público ni secreto de otra alguna; que protegerá con todo su poder y velará sobre la pureza de la fe y de sus dogmas y conservación de los cuerpos regulares; declara por reo de alta traición a todo el que se oponga directa o indirectamente a su independencia, ya sea protegiendo a los europeos opresores, de obra, palabra o por escrito, ya negándose a contribuir con los gastos, subsidios y pensiones para continuar la guerra hasta que su independencia sea reconocida por las naciones extranjeras; reservándose al Congreso presentar a ellas por medio de una nota ministerial, que circulará por todos los gabinetes, el manifiesto de sus quejas y justicia de esta resolución, reconocida ya por la Europa misma.
Dado en el Palacio Nacional de Chilpancingo, a 6 días del mes de noviembre de 1813 años.
Lic. Andrés Quintana, Vicepresidente.
Lic. Ignacio Rayón.
Lic. José Manuel de Herrera.
Lic. Carlos María de Bustamante.
Dr. José Sixto Berdusco.
José María Liceaga.
Lic. Cornelio Ortiz de Zárate, Secretario.
EN LA IMPRENTA NACIONAL DEL SUR


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