Ideas al vuelo sobre el 12 de octubre

12 de octubre es una fecha muy difícil, porque nos enfrenta con el principio de nuestra historia, y nos demuestra que hemos heredado filias y fobias. Muchas veces por nuestra falta de conocimiento, y también por no poner las cosas en perspectiva. 
Durante gran parte del siglo XIX y XX, este día tuvo grandes festejos, pues se consideraba que gracias al descubrimiento y la conquista, el continente americano se había integrado al mundo, adoptando su lengua y su cultura. 
A pesar de que, a poco de haber terminado este acontecimiento, hubo muchas condenas al modo tan violento en que se dio la conquista, imperó la idea de que en el fondo había sido para bien. 
Pero durante el siglo XX esa idea cambió. El antihispanismo (otra tradición en la cultura mexicana) cobró una enorme fuerza. Entonces el "respeto a las culturas indígenas" se volvió una política de Estado (y una fachada para que esta sociedad mantuviera un racismo velado) y los españoles fueron vistos como los culpables de todo lo malo que nos ha pasado en la historia; desde la pedrada que mató (¿?) a Moctezuma, hasta el regreso del PRI a la presidencia. 
Llevarle flores a Hernán Cortés (que está en el Hospital de Jesús, en el centro histórico) parece un insulto a la conciencia nacional, y arrojarle basura a la estatua de Cristóbal Colón que está en Paseo de la Reforma es, por decir lo menos, tolerado. 
Es innegable que la conquista costó mucha sangre, y está marcada por miles de asesinatos, violaciones, robos y destrucciones de culturas. 
Pero también es cierto que sobre ese horror se construyó una de las culturas más ricas del mundo -la mexicana-. Esa mezcla de elementos españoles, indígenas, judíos, árabes, negros y asiáticos nos otorga una personalidad inconfundible, y nos convierte en legítimos herederos de esas grandes culturas, y de otras más, como la romana y la griega. 
Los españoles hicieron mucho mal, pero también hicieron muchas cosas muy buenas. 
Los indígenas sufrieron muchísimo, pero también colaboraron a que se produjera la conquista (recuerden a los tlaxcaltecas que se aliaron con Cortés para destruir a Tenochtitlan) y son una parte fundamental de nuestra cultura. 
¿Vale la pena que nosotros, que somos el producto de ese choque tan violento, despreciemos a unos y alabemos a otros? 
Porque no está de más recordar que los españoles se fueron en 1821, y si los indígenas siguen sufriendo por la pobreza, las enfermedades, la ignorancia y el desprecio, todo eso ha ocurrido porque así lo ha querido la sociedad mexicana. 
Yo tengo un primer nombre franco-italiano pero con raíces germánicas, mi segundo nombre es español pero de origen latino, mi primer apellido es una americanización de un nombre alemán, y el segundo es español, pero sospecho que tiene raíces judías. Entre mis antepasados hubo alemanes, suizos, norteamericanos, canadienses, franceses, españoles, algún hebreo y también matlatzincas.
En mí convergen “ríos secretos e inmemoriales”, como decía Borges. Nada me impide señalar sus aciertos y virtudes, pero no olvido que cuando alguien dice “los malditos conquistadores”, bien se puede estar refiriendo a un antepasado mío.
Decía Hannah Arendt: “el pasado se supera al narrar lo que sucedió”. Algún error hemos cometido al narrarlo, porque seguimos condenándolo sin entender que de allí venimos.

Comentarios

  1. Querido Arno:

    Me parece muy acertado tu análisis, concuerdo contigo. Yo por mi parte estoy muy orgullosa de mi mestizaje y del sincretismo que construye nuestra cultura mexicana.
    Saludos,

    Ivette Silva-Stieng

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