El último mensaje del general Cárdenas.


El 20 de noviembre de 1970, el general Lázaro Cárdenas iba a dirigir un mensaje a la nación con motivo del 60 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana. Desgraciadamente, el general falleció un mes antes de esa fecha, por lo que ese mensaje, leído por su hijo Cuauhtémoc un año después, se convirtió en el testamento político no sólo de un hombre fundamental para la vida de México durante el siglo XX, sino también de toda una generación que se dedicó a construir este país y, al final de su existencia, preveía la aparición de una serie de problemas que hemos tenido que sufrir los mexicanos que vivimos en este siglo XXI.
Creo que el General Lázaro Cárdenas es una figura trascendental en la historia de México. También creo que necesitamos examinar nuevamente su vida, bajándolo del pedestal al que lo subieron los gobiernos de la Revolución Mexicana y observándolo como lo que realmente fue: un mexicano apasionado de su patria, que intentó hacer muchas cosas buenas por ella, pero que también colaboró para que este país viviera bajo un sistema político autoritario y antidemocrático que sigue vivito y coleando, con muchas ganas de regresar a Los Pinos en el 2012.
Dentro de doce días festejaremos el centenario del inicio de la Revolución Mexicana. Una fecha que, por decir lo menos, causa incomodidad al gobierno de Felipe Calderón, ya que se nota que no sabe bien a bien qué hacer con ella. Hace tiempo una persona a la que quiero mucho dijo que México necesita imaginarse un nuevo futuro, un mañana distinto y mejor a nuestro presente, pero que sólo llegará si podemos hacer dos cosas al mismo tiempo: ver hacia adelante con esperanza y hacia atrás con ganas de comprender cómo arribamos al presente que estamos viviendo.
Si queremos un nuevo futuro y con él un nuevo mito mexicano que cohesione a esta sociedad tan golpeada y abatida, tenemos que ver hacia atrás, a la Revolución Mexicana que dio fundamento al siglo pasado. Pero tenemos que verla con la intención de comprenderla, de aprender de sus errores para no cometerlos nuevamente, necesitamos revisar conscientemente nuestro pasado para que realmente nos sirva de algo y no vivamos atrapados en un círculo vicioso de esperanzas falsas y errores dolorosos.
En esa nueva revisión del pasado, sería conveniente que volvieramos a Lázaro Cárdenas, y concretamente a ese personaje cuando estaba a punto de morir y nos dejó un texto en el que señalaba algunos de los que él consideraba los mayores problemas que vivía México a tres décadas de terminar el siglo XX. Ver hacia atrás no siempre es sencillo, pero es fundamental para ir hacia adelante sobre un terreno estable.
A continuación les dejo algunos fragmentos del testamento político o "Mensaje a los Revolucionarios de México", escrito por el general Lázaro Cárdenas:

Es necesario, a mi juicio, completar la no-reelección en los cargos de elección popular con la efectividad del sufragio, pues la ausencia relativa de este postulado mina los saludables efectos del otro; además, debilita en su base el proceso democrático, propicia continuismos de grupo, engendra privilegios, desmoraliza a la ciudadanía y anquilosa la vida de los partidos(...)

En efecto, una perenne soledad en los triunfos electorales basados en la unilateralidad obligada del sufragio o en los obstáculos que encuentran los contrarios para ejercerlo y hacerlo respetar, deja de ser saludable, más aún si aquellas victorias son resultantes de una política de partido que incorpora a sectores con intereses antagónicos bajo una falsa amplitud conceptual de los objetivos de la Revolución Mexicana, pues esa política no aglutina ni fortalece la acción de las masas partidarias, sino margina a éstas de la militancia y de su participación entusiasta en las lides electorales(...)

Quizá en el empeño de fortalecer la unidad nacional se ha permitido la presencia de elementos extraños a la Revolución en las propias filas del partido. Considero que ello ha estorbado para consolidar los logros y acelerar la marcha de la Revolución (...)

Valdría meditar y determinar si la flexibilidad que se ha tenido, hasta culminar con la aceptación de esos elementos, habrá ayudado a consolidar los logros y acelerar la marcha de la Revolución (...)

Existen nuevos grupos y ciudadanos dispersos deseosos de canalizar sus inquietudes en las luchas cívicas, los que tienen pleno derecho a acogerse a los mandatos constitucionales para organizarse, lo que enriquecería la vida política y la discusión ideológica entre los mexicanos y contribuiría a fortalecer al régimen, cuya solidez en la conciencia pública estriba en el cumplimiento estricto que se haga de la Carta Magna y en las medidas que a su amparo se dicten en favor de las capas mayoritarias del país; en la defensa de la soberanía ante cualquier acechanza extranjera; de la capacidad del gobierno para aprovechar los recursos naturales en beneficio de la nación y conducir la economía por los senderos de la independencia económica (...)

Habría que examinar objetivamente la situación en que se encuentran las finanzas y, en general, la economía del país, y disponer de las armas para reiniciar su defensa con insobornable criterio nacionalista, resistiendo las presiones externas y, asimismo, las internas que se han venido ejerciendo por aquellos sectores que tienen la mente fija en las ganancias particulares, generalmente ya ligados o permeables a la influencia de intereses extranjeros, especialmente norteamericanos. Desafortunadamente, la obsecuencia hacia éstos no tan sólo proviene de elementos de la iniciativa privada sino también del sector público, que olvidan los intereses permanentes de la nación al escoger el camino del enriquecimiento ilícito y al poner su inteligencia y su poder a disposición del capital extranjero (...)

A pesar de las advertencias nacionalistas de una opinión pública alerta, sigue presente la indiscriminada penetración de capitales norteamericanos en la industria, el comercio, las actividades relacionadas con el turismo y otros renglones de la economía y los servicios, penetración que se realiza con el respaldo de una banca también subordinada a instituciones internacionales que, a su vez, representan a los principales inversionistas norteamericanos que aqui operan, completando de esta manera el círculo vicioso que descapitaliza al país (...)

Más grave aún que la penetración de capital norteamericano, si cabe, es la inevitable consecuencia de que para consolidar su posición extiende su influencia, como la mala hierba, hasta los centros e instituciones de cultura superior, pugnando por orientar en su servicio la enseñanza y la investigación; y, asimismo, se introduce en las empresas que manejan los medios de información y comunicación, infiltrando ideas y normas de conducta tendientes a desnaturalizar la mentalidad, la idiosincrasía, los gustos y las costumbres nacionales y a convertir a los mexicanos en fáciles presas de la filosofía y las ambiciones del imperialismo norteamericano (...)

La política tendiente a obtener cuantiosos créditos y préstamos del exterior, en la confianza excesiva de nuestra capacidad de pago por el desarrollo que promueven, tendría también que considerar la pesada carga que esa política hace incidir sobre la economía del pueblo (...)

Mientras la banca privada y sus grandes socios sigan ensanchando sus actividades e influyendo decisivamente sobre las más diversas ramas de la economía, sin cortapisa alguna ni cauce legal que permita al gobierno intervenir en la forma de canalizar los recursos bancarios en la producción y los servicios de mayor importancia y beneficio popular, el desarrollo económico del país estará a expensas de los grupos financieros y su poderosa periferia (...)

Se observan claras tendencias monopolistas y aunque la cuantía de sus recursos podría deslumbrar a quienes piensan que los banqueros y sus socios se dispondrán a invertir considerables sumas para impulsar un desarrollo rural y urbano equilibrado, hasta la fecha, las exhortaciones amistosas en tal sentido sólo han encontrado de parte de los sectores financieros y, en general, de la iniciativa privada, la búsqueda de nuevos campos de inversión de altos rendimientos o mayores precios para sus manufacturas y artículos comerciales, sin atender las razones de interés nacional y social que el gobierno aduce (...)

Se podría argüir que no es responsabilidad del gobierno sino de los trabajadores, conquistar la democracia interna en los sindicatos y, en el caso de los no agrupados, que existen garantías para organizarse de acuerdo con la ley. Esto sería verdad en la medida que las condiciones de abatimiento social de los trabajadores dejaran de responder a indebidos privilegios de que disfrutan sus dirigentes para mantener en la inmovibilidad a las masas organizadas y al hecho de haber dejado en el desamparo a las que no están organizadas. Hay que considerar que la explotación patronal se ha recrudecido porque las organizaciones obreras han perdido su independencia y con ello, los demás trabajadores, todo estímulo (...)

La reforma educativa tiene que corresponder a las necesidades del desarrollo independiente y a las exigencias de una sociedad que sabe ya valorar el trabajo justamente compensado, la adquisición universal de la enseñanza y la salud en la solidaridad social como principales premisas para una fructífera convivencia (...)

¿Por qué no relacionar la preparación de la juventud con el desenvolvimiento económico y social del país, junto con la apertura de oportunidades de trabajo productivo y útil, lo mismo para los jóvenes técnicos y profesionales que para los que no tengan capacitación especializada, pues todos tienen la misma responsabilidad y los mismos derechos ante la nación, para hacer grande y justa a la patria mexicana? (...)

Los pueblos indígenas que habitan en distintos lugares de la República, a pesar de la diversidad del medio en que viven y de las características que los distinguen, tienen todos en común su estado de atraso y abandono y la explotación de que son objeto (...)

Es inútil ignorar que de tiempo atrás los intereses conservadores han adquirido señalada influencia debido a la aceptación tácita de la tesis, falsa por incompleta, de que para repartir la riqueza hay que producirla primero con la afluencia de recursos financieros, sin considerar que quienes extraen y transforman la riqueza han dado origen e incrementado con su trabajo tales recursos (...)

En México, a diferencia de los demás países de América Latina, las repercusiones de una revolución popular que reestructuró las bases de la economía y modificó las relaciones de clase, aún subsisten, y las mejorías logradas mantienen una estabilidad que, sin embargo, de no encontrar el régimen pronto solución a los ingentes problemas de las masas rurales y urbanas, tarde o temprano el país se verá arrastrado por la vorágine de una lucha entre las clases necesitadas y la que disfruta del poder económico, como viene sucediendo en el continente entero (...)

Es bien cierto que la juventud estudiosa y trabajadora requiere capacitación para integrarse a la sociedad en que viva, pero habrá que tener presente que su problema es también de conciencia y que, si llega a manifestarlo en actos de desesperación, es por su violenta inconformidad con un mundo en que conviven, impunemente, la opulencia y los privilegios de unos cuantos con la ignorancia y el desamparo de muchos. Es natural que en la juventud se acentúe, en razón de su generosa disposición, una preocupación humana por la suerte de sus semejantes (...)

Por sus antecedentes históricos y la proyección de sus ideales, México se debe a la civilización universal que se gesta en media de grandes convulsiones, abriendo a la humanidad horizontes que se expresan en la fraterna decisión de los pueblos de detener las guerras de conquista y exterminio, de terminar con la angustia del hambre, la ignorancia y las enfermedades; de conjurar el uso deshumanizado de los logros científicos y tecnológicos, y de cambiar la sociedad que han legitimado la desigualdad y la injusticia.

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