El proconsul sonriente.


Nunca hemos tenido una relación sencilla con Estados Unidos. Eso lo sabemos todos. Estar junto a la potencia más grande del planeta y compartir con ellos una frontera tan larga muchas veces nos ha causado grandes problemas, pero en otras ocasiones hemos podido favorecernos de esa situación.
No sé si alguien haya escrito una historia de los embajadores norteamericanos en México. Sería un libro muy interesante en el que abundarían los racistas, los alcohólicos, los actores fracasados metidos a diplomáticos, los manipuladores, los espías, los amantes de la botánica, los que se casaron con alguna mexicana multimillonaria y muchos casos más.
Sin embargo, también hubo embajadores que, sin perder su papel como enviados de un país tan poderoso que buscaba entablar relaciones que a ellos les fueran muy convenientes, tuvieron la capacidad de ver más allá de los prejuicios e intentaron que esas relaciones no sólo fueran positivas para Estados Unidos, sino también para México.
Uno de ellos fue Dwight M. Morrow, embajador norteamericano en México entre 1927 y 1930, una etapa conflictiva en la historia de nuestro país, como bien nos cuenta mi maestra María del Carmen Collado.
Dwight Morrow nació en 1873 en Virginia. Sus orígenes fueron muy humildes, por lo que tuvo que esforzarse bastante para alcanzar sus metas. A los 26 años obtuvo su título de abogado por la Universidad de Columbia y tiempo después trabajó para la firma bancaria J.P. Morgan.
Trabajar allí le permitió viajar a Cuba en 1921, donde comenzó a aprender sobre política latinoamericana. Morrow tenía ambiciones políticas, pero al mismo tiempo contaba con una visión más comprensiva de los problemas de la región. En una época donde a los países deudores se les amenazaba con acciones militares, Morrow proponía una actitud más abierta y diplomática, que permitiera cobrar la deuda (hasta donde fuera posible) y al mismo tiempo no alimentara resentimientos que tarde o temprano acarrearían problemas.
En 1927, el presidente Calvin Coolidge le ofreció la embajada en México. No era una labor sencilla. En ese momento Estados Unidos y nuestro país vivían un conflicto diplomático causado porque los norteamericanos reclamaban al gobierno mexicano el pago de aquellas propiedades de particulares estadounidenses, que fueron destruidas durante la Revolución.
Además, el gobierno mexicano se había declarado en moratoria debido a los problemas económicos, y hay que añadir las quejas de la industria petrolera, la cual no estaba nada contenta con las disposiciones que señalaba la Constitución de 1917.
Plutarco Elías Calles, presidente de México en esa época, veía con preocupación esos problemas, a los que se añadía la difícil situación que vivía el país. Los grupos políticos se disputaban el poder, la Iglesia Católica estaba en contra de aquellas medidas que la limitaban, y Álvaro Obregón había comenzado su carrera hacia la reelección.
La llegada de Morrow fue vista por Calles como una oportunidad para recomponer las relaciones entre los dos países. Morrow pertenecía a un "ala financiera", más dispuesta a dialogar y a encontrar soluciones convenientes para ambas partes, en lugar de la cerrazón que caracterizaba a los miembros del "ala petrolera" del gobierno norteamericano.
El Departamento de Estado cambió su política hacia México, apoyando al gobierno de Plutarco Elías Calles, quien a cambio mantuvo un estrecho contacto con Morrow. El problema de la deuda externa no pudo solucionarse (lo que es una paradoja, si pensamos que Morrow era un experto en finanzas), pero sí participó en otros grandes problemas mexicanos, como la Guerra Cristera y la presión que los católicos norteamericanos ejercían sobre su gobierno.
Morrow contribuyó a que su gobierno colaborara con Calles para que el Estado mexicano se fortaleciera, algo que convenía a los Estados Unidos, ya que así tendrían una frontera tranquila, además de que podrían asegurarse algún pago por los daños causados a las propiedades norteamericanas.
Además, Morrow y su esposa tuvieron un sincero interés por la cultura mexicana. Al término de su periodo como embajador, logró que el Metropolitan Museum of Art de Nueva York montara una exposición de arte mexicano, con la intención de que los norteamericanos conocieran mejor a su vecino del sur.
en 1930, el embajador Morrow regresó a Washington para comenzar una nueva carrera como senador. Murió a consecuencia de un derrame cerebral, un año más tarde.
Como señala María del Carmen Collado: "(Morrow) no logró resolver todos los asuntos que le confió la Casa Blanca cuando lo designó embajador, pero sí pudo modificar el tono de las relaciones entre los dos vecinos, acercándolos a un mayor entendimiento y cooperación por primera vez desde la Revolución Mexicana".
Morrow tuvo varios triunfos en México: colaboró a que el Estado mexicano se estabilizara y tuviera relaciones más fluidas con Estados Unidos, además de que pudo mediar entre el gobierno y la Iglesia. Sin embargo, no logró resolver el problema de la deuda externa ni el de las reclamaciones de las propiedades norteamericanas.
Obviamente, Morrow no tiene todo el mérito por las acciones que realizó en México. Calles y su gobierno aprovecharon la oportunidad que les llegó personificada en un embajador más comprensivo y abierto al diálogo, y la aprovecharon lo más que pudieron para resolver algunos de los problemas que tenía México en ese instante.
Como dije al principio, nunca hemos tenido una relación sencilla con Estados Unidos, y quizá jamás la tendremos. Son muchos los problemas y las diferencias. Pero Dwight Morrow es la prueba de que, aún en momentos de crisis, es posible encontrar soluciones diferentes a los problemas que nos acosan. Nos gusten o no, son nuestros vecinos y lo serán por mucho tiempo más. Deberíamos conocerlos mejor, como hizo Morrow con México cuando estuvo aquí. Eso podría ayudarnos mucho, y más en una época tan conflictiva como la que estamos viviendo.






Comentarios

  1. Mi nombre es Ofelia, tengo 16 de edad, actualmente estudiante y primera vez que entro a la página.Pienso que es un tema interesante relacionado con la historia de México, me gustó mucho porque brinda algo de información de gob. de Calles, y también porque el blog me va servir como fuente de consulta ahora que entre a tercer semestre.

    Lo felicito, porque el blog no sólo tiene información, sino también orientación.

    Gracias.

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  2. Buenas las entradas del blog. Te comento que sí existe una obra que compila breves biografías de los representantes de Estados Unidos en México. Los datos de la públicación son:

    Suárez Argüello, Ana Rosa (coord.), En el nombre del destino manifiesto. Guía de ministros y embajadores de Estados Unidos en México, 1825-1993, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1998.

    Alberto Quiroz

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  3. Hola Arno. Leí su perfil, asu de lo que me falta por estudiar. Como estudiante de secundaria yo pensaba que solamente basta por tener la Licenciatura, ahora comprendo que es necesario seguir estudiando.
    En realidad lo felicito por todo el esfuerzo, logros etc, también porque está joven y es de admirar, un ejemplo a seguir.

    Sobre el blog, me gustó, voy a tratar de entrar mas seguido para leer lo demás. Porque la lectura es accesible, claro hay cosas novedosas que me llama mucho la atención de la Historia y que estaba fuera de mi alcance, pero mediante su blog, es posible conocer, analizar datos importantes que facilita el aprendizaje a estudiantes como yo, de procedencia de comunidad rural.

    Agradezco que haya creado la página.

    Celestino Maldonado García.

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  4. Excelente articulo!!

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