¡Madre, sólo hay una!
¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo, los dos unidos siempre y amándonos los dos; tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho, los dos una sola alma, los dos un solo pecho, y en medio de nosotros mi madre como un Dios!
Manuel Acuña
Comenzaré haciendo una declaración que considero fundamental, en vista de distintos rumores que sobre mi persona y la fecha que celebramos hoy han corrido por el ciberespacio: sí tengo madre. Chaparrita, pero tengo. Y hoy es 10 de mayo y como buen hijo mexicano tengo que celebrar a la autora de mis días, a la única mujer que me amó antes de conocerme (y sólo antes, como diría Germán Dehesa).
Bueno, ya. Bromas aparte, no podemos ignorar esta fecha. La tenemos tatuada en los huesos gracias a los medios de comunicación, quienes desde nuestra infancia se encargan de recordarnos que debemos homenajear a nuestras santas mamacitas. Cada 10 de mayo la capital (y el resto de las ciudades) se bloquea con los embotellamientos causados por los edipitos nacionales, que llevan a sus cabecitas blancas a los festivales escolares, restaurantes, cines, obras de teatro y similares. Creo que todos hemos pasado por ese calvario que es llevar a la madre a comer en este día. Hay que pasar horas en el coche, horas para que te den una mesa en un restaurant, horas para regresar a la casa y un enorme cansancio que se adueña de todos los miembros de la familia.
También hay quien se agandalla a su mamá y la pone a cocinar en su día, o todavía peor, el que le regala planchas, licuadoras y lavadoras, le lleva un trío que le cante "amor eterno" de Juan Gabriel, y al final deja a la señora con su casa hecha un soberano caos.
¿Pero cómo surgió esta tradición tan masoquista?
1922. En las oficinas del diario capitalino Excélsior, su director Rafael Alducin acaba de enterarse de que en los hogares de la lejana península de Yucatán están repartiendo un folleto llamado "La brújula del hogar", el cual está firmado por un maestro llamado José de la Luz Mena.
El folleto contenía -¡horror!- lecciones y consejos sobre planificación familiar. Era parte de una campaña que había comenzado en 1915, cuando Salvador Alvarado fue gobernador de Yucatán. Alvarado (y su sucesor, Felipe Carrillo Puerto) formaban parte del ala de avanzada de la Revolución Mexicana, e intentaron transformar a la sociedad yucateca a través de la organización y el estudio. Combatieron el fanatismo religioso e impulsaron el papel de la mujer en la península.
"La brújula del hogar" alertó a la conservadora sociedad mexicana, temerosa de que esas ideas contaminaran al resto del país. Fue entonces cuando a Alducin se le ocurrió impulsar en México la celebración del Día de la Madre, del mismo modo que ya se hacía en Estados Unidos. Con el apoyo de otros grupos de derecha de ese tiempo (colegios católicos, la Cruz Roja Mexicana y otros), Alducin promovió la celebración del Día de la Madre, que se realizó por primera vez en México el 10 de mayo de 1922.
Al formalizar el culto a la madre, Alducin y sus aliados buscaban preservar una imagen femenina que estuviera alejada de cualquier idea externa que pudiera transformarla. La educación, el trabajo, el progreso, el orgullo de ser mujer y el derecho de decidir sobre su vida y su cuerpo quedaban expulsados de la imagen materna que nació ese 10 de mayo de 1922.
La campaña modernizadora quedó en el olvido, mientras que la celebración a la madre crecía. Porque además de propagar un modelo de lo que tenía que ser la femineidad (según ellos), pronto se convirtió en un excelente negocio. Con el pretexto de que hay que regalarle algo a la mamá, miles de millones de pesos se gastan en este día, lo que también impulsa a la economía nacional.
Excélsior siguió apoyando a la celebración del día de la madre. Desde 1932 intentó que se construyera un monumento a las mamás, (lo que logró en los años 60), y hasta 1968 celebraban a la madre que tuviera más hijos.
El cine mexicano también contribuyó a fortalecer la imagen materna. Sara García, Libertad Lamarque, Marga López y otras actrices personificaron a las madres mexicanas, que siempre lloran por los pecados que cometen sus hijitos.
Hoy la vida es muy diferente. La mayoría de las madres mexicanas trabajan y cuidan a su familia. Muchas no tienen pareja (lo que para ellas puede ser una bendición, puesto que otras viven aterradas ante las agresiones que sufren en sus casas). No es fácil ser mamá en un país que dice que las adora pero en el fondo las trata muy mal; y sin embargo, las veo salir adelante con sus hijos, ellas muy guapas y con ganas de que su futuro sea mucho mejor que su pasado. Para ellas, para todas, muchas felicidades.
Y para que no se nos olvide cómo se supone que tenía que ser una auténtica madre mexicana, veamos un pedacito de un verdadero monumento al edipo nacional: Azahares para tu boda.
Manuel Acuña
Comenzaré haciendo una declaración que considero fundamental, en vista de distintos rumores que sobre mi persona y la fecha que celebramos hoy han corrido por el ciberespacio: sí tengo madre. Chaparrita, pero tengo. Y hoy es 10 de mayo y como buen hijo mexicano tengo que celebrar a la autora de mis días, a la única mujer que me amó antes de conocerme (y sólo antes, como diría Germán Dehesa).
Bueno, ya. Bromas aparte, no podemos ignorar esta fecha. La tenemos tatuada en los huesos gracias a los medios de comunicación, quienes desde nuestra infancia se encargan de recordarnos que debemos homenajear a nuestras santas mamacitas. Cada 10 de mayo la capital (y el resto de las ciudades) se bloquea con los embotellamientos causados por los edipitos nacionales, que llevan a sus cabecitas blancas a los festivales escolares, restaurantes, cines, obras de teatro y similares. Creo que todos hemos pasado por ese calvario que es llevar a la madre a comer en este día. Hay que pasar horas en el coche, horas para que te den una mesa en un restaurant, horas para regresar a la casa y un enorme cansancio que se adueña de todos los miembros de la familia.
También hay quien se agandalla a su mamá y la pone a cocinar en su día, o todavía peor, el que le regala planchas, licuadoras y lavadoras, le lleva un trío que le cante "amor eterno" de Juan Gabriel, y al final deja a la señora con su casa hecha un soberano caos.
¿Pero cómo surgió esta tradición tan masoquista?
1922. En las oficinas del diario capitalino Excélsior, su director Rafael Alducin acaba de enterarse de que en los hogares de la lejana península de Yucatán están repartiendo un folleto llamado "La brújula del hogar", el cual está firmado por un maestro llamado José de la Luz Mena.
El folleto contenía -¡horror!- lecciones y consejos sobre planificación familiar. Era parte de una campaña que había comenzado en 1915, cuando Salvador Alvarado fue gobernador de Yucatán. Alvarado (y su sucesor, Felipe Carrillo Puerto) formaban parte del ala de avanzada de la Revolución Mexicana, e intentaron transformar a la sociedad yucateca a través de la organización y el estudio. Combatieron el fanatismo religioso e impulsaron el papel de la mujer en la península.
"La brújula del hogar" alertó a la conservadora sociedad mexicana, temerosa de que esas ideas contaminaran al resto del país. Fue entonces cuando a Alducin se le ocurrió impulsar en México la celebración del Día de la Madre, del mismo modo que ya se hacía en Estados Unidos. Con el apoyo de otros grupos de derecha de ese tiempo (colegios católicos, la Cruz Roja Mexicana y otros), Alducin promovió la celebración del Día de la Madre, que se realizó por primera vez en México el 10 de mayo de 1922.
Al formalizar el culto a la madre, Alducin y sus aliados buscaban preservar una imagen femenina que estuviera alejada de cualquier idea externa que pudiera transformarla. La educación, el trabajo, el progreso, el orgullo de ser mujer y el derecho de decidir sobre su vida y su cuerpo quedaban expulsados de la imagen materna que nació ese 10 de mayo de 1922.
La campaña modernizadora quedó en el olvido, mientras que la celebración a la madre crecía. Porque además de propagar un modelo de lo que tenía que ser la femineidad (según ellos), pronto se convirtió en un excelente negocio. Con el pretexto de que hay que regalarle algo a la mamá, miles de millones de pesos se gastan en este día, lo que también impulsa a la economía nacional.
Excélsior siguió apoyando a la celebración del día de la madre. Desde 1932 intentó que se construyera un monumento a las mamás, (lo que logró en los años 60), y hasta 1968 celebraban a la madre que tuviera más hijos.
El cine mexicano también contribuyó a fortalecer la imagen materna. Sara García, Libertad Lamarque, Marga López y otras actrices personificaron a las madres mexicanas, que siempre lloran por los pecados que cometen sus hijitos.
Hoy la vida es muy diferente. La mayoría de las madres mexicanas trabajan y cuidan a su familia. Muchas no tienen pareja (lo que para ellas puede ser una bendición, puesto que otras viven aterradas ante las agresiones que sufren en sus casas). No es fácil ser mamá en un país que dice que las adora pero en el fondo las trata muy mal; y sin embargo, las veo salir adelante con sus hijos, ellas muy guapas y con ganas de que su futuro sea mucho mejor que su pasado. Para ellas, para todas, muchas felicidades.
Y para que no se nos olvide cómo se supone que tenía que ser una auténtica madre mexicana, veamos un pedacito de un verdadero monumento al edipo nacional: Azahares para tu boda.
Jajaja, buenísimo!!! Yo le regalé un tostador a mi mami... ¡pero conste que fue de broma y hasta le gustó!
ResponderBorrar