El tiempo y su poder


¿En qué momento nació la autoridad del tiempo? ¿cuándo fue que los seres humanos le otorgamos un poder a esa forma de medir el transcurso entre dos acciones? El tiempo siempre ha intrigado al ser humano. Nuestra incapacidad para controlar lo que ya ha sucedido y para saber lo que vendrá ha hecho que en diferentes etapas nuestra visión sobre el tiempo haya cambiado.
El historiador francés Francois Hartog reflexiona sobre el tema en su ensayo "La autoridad del tiempo", publicado en la revista Historia Mexicana. Para Hartog, fue la Roma clásica la que creó una nueva relación con el tiempo. Al recordar las hazañas de los antiguos, los romanos restituían el tiempo pasado hacia su propio presente, con el fin de imbuir a los gobernantes de la legitimidad que les diera el pasado. Los tiempos idos y la imitación de los grandes ejemplos servía a los romanos para sobrellevar las épocas de crisis. El tiempo era circular; el presente existía en función del pasado, el cual regresaba constantemente para renovarlo.
El cambio en la perspectiva del tiempo se dio cuando el Cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano. Si antes el tiempo era cíclico, ahora sería lineal. Los hombres, como creación divina, habríamos pasado por el origen en el Jardín del Edén, la caída, y la llegada de Jesucristo. Su pasión y resurrección inauguraron un nuevo tiempo, en el que el pasado ya no era visto como la fuente de autoridad, sino como una etapa preparatoria en el camino hacia la Parusía.
Las comunidades cristianas primitivas creían que el retorno de Cristo se daría durante sus vidas, pero cuando pasaron los siglos y ésto no sucedió, el tiempo se dividió entre el recuerdo de un nuevo "pasado puro" (correspondiente al instante en el que Jesucristo estuvo en la tierra) y la esperanza de la resurrección. Ese "pasado puro" sería recordado por aquellos que se oponían a la corrupción de Roma, (como Lutero y sus seguidores) y buscaban regresar a una época más sencilla y humilde, mientras esperaban la segunda venida.
El tiempo volvió a cambiar a partir de la llegada de la Modernidad. En un proceso que tardó siglos, Europa se acercó a la laicidad, con lo que la fé en el regreso de Cristo se transformó en la esperanza de un futuro provechoso para la humanidad. Es entonces cuando nació el mañana, visto como un momento en el que, gracias al triunfo del pensamiento, el ser humano desarrollaría todas sus capacidades y viviría en abundancia y armonía. El Positivismo y el Comunismo (cada uno a su manera) auguraron la llegada de esa nueva "era dorada", y el segundo a través de las Revoluciones, intentó hacerlo realidad.
Sin embargo, el fracaso de los absolutismos del siglo XX, junto con el relativismo que caracterizó a la segunda mitad de ese siglo y el inicio de este, han hecho que el presente sea cada vez más el tiempo predominante. El pasado es visto como algo que ya no tiene valor en sí, y el futuro ya no aparece como un espacio de esperanza, sino de temor. El presente es visto entonces como un periodo que se cumple por sí mismo, lo que nos obliga a vivir cada vez más rápido si pretendemos entenderlo. Todo se hace pequeño e instantáneo, porque ya no podemos ver hacia atrás ni hacia adelante.
No sería justo pretender que las próximas generaciones mantengan nuestra forma de ver el tiempo. ¿Pero a qué le apostarán ellas? ¿Volverán al pasado para buscar soluciones a sus problemas, o se atreverán a soñar con un futuro que sea positivo y en el que la mayoría de los problemas sean resueltos? lo cierto es que, mientras exista la raza humana, el tiempo seguirá a nuestro lado y no podremos ignorarlo.



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