phdcomics, ¡atrapados en el posgrado!
"Piled Higher and Deeper" by Jorge Cham
www.phdcomics.com
Cuando nació CLIONAUTICA, uno de mis objetivos fue platicar con todos aquellos que no son historiadores sobre cómo los clionautas hacemos nuestro trabajo. De qué forma realizamos nuestras investigaciones, metemos la pata al hacer los proyectos, damos a conocer nuestros resultados y nos apalean en los seminarios de investigación, y al final publicamos nuestros libros esperando que algún despistado caiga en la trampa y los compre.
En México, (y realmente en todo el mundo) hay dos tipos de historiadores: por un lado está el "lírico", alguien a quien simplemente le gusta el pasado y quiere escribir sobre él. No necesariamente son malos o "chafas". De hecho, hasta el siglo XX todos los historiadores eran líricos, por la simple razón de que no existía la carrera de Historia. Entre los líricos podemos encontrar a pequeños investigadores que dedican su tiempo a narrar las historias de sus pueblos, y a esa parejita de griegos llamados Herodoto y Tucídides quienes con sus obras empezaron el camino de la Historia.
Y por el otro lado estamos los "recién llegados" los historiadores académicos que pasamos años encerrados en universidades, centros de investigación, seminarios, bibliotecas, archivos y otros lugares tan extraños para conseguir un título (preferentemente de Doctor, o aunque sea de Maestro) con el cual podamos navegar por la vida con cara de que todo lo que decimos es "profundo y con mensaje".
Pasar por la universidad, y especialmente por el posgrado con la intención de convertirse en un académico, puede ser una experiencia profundamente cimbrante. En el camino puedes divorciarte, caer en la bebida, engolosinarte con las pastillitas vaciladoras, visitar los hospitales por anemia, gastritis o ataques de pánico, y otras cosas más.
No es fácil obtener un doctorado. La presión es mucha, las horas de sueño son pocas, y pasas todo el tiempo con la sensación de que sobre tí tienes una guillotina dispuesta a caerte encima al primer síntoma de flojera que demuestres, o en el caso de que tu investigación no sea tan buena como tu asesor y tu escuela de posgrado esperaban.
Pero, ¡vamos!, tampoco hay que ensombrecer las cosas más de lo que ya están. El doctorado también puede ser una etapa muy divertida, con bastantes fiestas, buen alcohol, algunas aventurillas románticas, y sobre todo la extraña satisfacción que produce el hablar de cosas tan raras como la cliometría y el giro lingüístico con seres que comparten tus mismos gustos.
Si podemos reirnos de todo, también podemos hacerlo de la carrera por el doctorado. Y eso es lo que hace phdcomics.
Mi amiga,la maestra Iliana Quintanar, doctorante en Historia por El Colegio de México (y que bien podría ser un personaje más de esta tira, ¡besos!) me mostró este comic, que narra la vida de un grupo de estudiantes de posgrado de cualquier universidad gringa, (aunque bastantes de las anécdotas contadas podrían ocurrir en México o en otras partes del mundo). Los personajes son variados: por un lado está la estudiante perfecta de doctorado que no puede admitir que en realidad es una ñoña sin vida; un posdoctorante que lleva tantos años en la Universidad que ya lo incluyen en el inventario (eso me dolió); una chica que hace investigaciones sobre ciencias sociales y le encanta andar en todas las marchas, plantones, manifestaciones y luchas sociales que se le crucen por el camino, y un fulano sin nombre que vive permanentemente torturado por su asesor de tesis.
Jorge Cham (http://twitter.com/phdcomics) es el autor de esta joya, en la que nos cuenta sobre la desventura de este grupo de extraños y muy familiares personajes, en su loca carrera por tener algún día de privilegio de presentarse en sociedad como "doctores(as)". Cham es doctor en ingeniería mecánica por Stanford. Ha sido profesor de tiempo completo e investigador en el Caltech y se dedica a hacer phdcomics desde 1997. Ha publicado varias recopilaciones sobre sus comics y, como él cuenta en su página, phdcomics nace del interés de una gran legión de estudiantes de posgrado de todo el mundo que piensan que en la vida hay algo más que estar investigando en un laboratorio o una biblioteca.
No creo que haya otro lugar mejor para que aquellos que son "profanos" sepan cómo es la vida al interior de una universidad o centro de investigación, y estoy seguro de que todos los que estamos "piled higher and deeper" podremos reirnos mucho y angustiarnos bastante con lo que Cham nos muestra en sus cartones.
Y a todo esto yo me pregunto: ¿volvería a pasar por todo lo que viví en esos cincos años que me tardé en conseguir mi doctorado? y la respuesta es: sí. Y mil veces, si fuera necesario.
www.phdcomics.com
Cuando nació CLIONAUTICA, uno de mis objetivos fue platicar con todos aquellos que no son historiadores sobre cómo los clionautas hacemos nuestro trabajo. De qué forma realizamos nuestras investigaciones, metemos la pata al hacer los proyectos, damos a conocer nuestros resultados y nos apalean en los seminarios de investigación, y al final publicamos nuestros libros esperando que algún despistado caiga en la trampa y los compre.
En México, (y realmente en todo el mundo) hay dos tipos de historiadores: por un lado está el "lírico", alguien a quien simplemente le gusta el pasado y quiere escribir sobre él. No necesariamente son malos o "chafas". De hecho, hasta el siglo XX todos los historiadores eran líricos, por la simple razón de que no existía la carrera de Historia. Entre los líricos podemos encontrar a pequeños investigadores que dedican su tiempo a narrar las historias de sus pueblos, y a esa parejita de griegos llamados Herodoto y Tucídides quienes con sus obras empezaron el camino de la Historia.
Y por el otro lado estamos los "recién llegados" los historiadores académicos que pasamos años encerrados en universidades, centros de investigación, seminarios, bibliotecas, archivos y otros lugares tan extraños para conseguir un título (preferentemente de Doctor, o aunque sea de Maestro) con el cual podamos navegar por la vida con cara de que todo lo que decimos es "profundo y con mensaje".
Pasar por la universidad, y especialmente por el posgrado con la intención de convertirse en un académico, puede ser una experiencia profundamente cimbrante. En el camino puedes divorciarte, caer en la bebida, engolosinarte con las pastillitas vaciladoras, visitar los hospitales por anemia, gastritis o ataques de pánico, y otras cosas más.
No es fácil obtener un doctorado. La presión es mucha, las horas de sueño son pocas, y pasas todo el tiempo con la sensación de que sobre tí tienes una guillotina dispuesta a caerte encima al primer síntoma de flojera que demuestres, o en el caso de que tu investigación no sea tan buena como tu asesor y tu escuela de posgrado esperaban.
Pero, ¡vamos!, tampoco hay que ensombrecer las cosas más de lo que ya están. El doctorado también puede ser una etapa muy divertida, con bastantes fiestas, buen alcohol, algunas aventurillas románticas, y sobre todo la extraña satisfacción que produce el hablar de cosas tan raras como la cliometría y el giro lingüístico con seres que comparten tus mismos gustos.
Si podemos reirnos de todo, también podemos hacerlo de la carrera por el doctorado. Y eso es lo que hace phdcomics.
Mi amiga,la maestra Iliana Quintanar, doctorante en Historia por El Colegio de México (y que bien podría ser un personaje más de esta tira, ¡besos!) me mostró este comic, que narra la vida de un grupo de estudiantes de posgrado de cualquier universidad gringa, (aunque bastantes de las anécdotas contadas podrían ocurrir en México o en otras partes del mundo). Los personajes son variados: por un lado está la estudiante perfecta de doctorado que no puede admitir que en realidad es una ñoña sin vida; un posdoctorante que lleva tantos años en la Universidad que ya lo incluyen en el inventario (eso me dolió); una chica que hace investigaciones sobre ciencias sociales y le encanta andar en todas las marchas, plantones, manifestaciones y luchas sociales que se le crucen por el camino, y un fulano sin nombre que vive permanentemente torturado por su asesor de tesis.
Jorge Cham (http://twitter.com/phdcomics) es el autor de esta joya, en la que nos cuenta sobre la desventura de este grupo de extraños y muy familiares personajes, en su loca carrera por tener algún día de privilegio de presentarse en sociedad como "doctores(as)". Cham es doctor en ingeniería mecánica por Stanford. Ha sido profesor de tiempo completo e investigador en el Caltech y se dedica a hacer phdcomics desde 1997. Ha publicado varias recopilaciones sobre sus comics y, como él cuenta en su página, phdcomics nace del interés de una gran legión de estudiantes de posgrado de todo el mundo que piensan que en la vida hay algo más que estar investigando en un laboratorio o una biblioteca.
No creo que haya otro lugar mejor para que aquellos que son "profanos" sepan cómo es la vida al interior de una universidad o centro de investigación, y estoy seguro de que todos los que estamos "piled higher and deeper" podremos reirnos mucho y angustiarnos bastante con lo que Cham nos muestra en sus cartones.
Y a todo esto yo me pregunto: ¿volvería a pasar por todo lo que viví en esos cincos años que me tardé en conseguir mi doctorado? y la respuesta es: sí. Y mil veces, si fuera necesario.
En realidad todas las aventuras de los phdcomics ocurren en Stanford. Las primeras tiras de la serie hacen mucha referencia al estilo conservador de dicha universidad y su rivalidad con Berkeley, supongo que cuando se volvieron 'globales' las referencias disminuyeron para hacerlo mas palpable a todas las universidades del mundo. A mi lo que mas me gusta de phdcomics es que apela a cualquier disciplina! Yo soy doctor en quimica y me veo reflejado aunque basicamente todos estudian ingenieria (siendo Tajel, que estudia antropologia, la excepcion)
ResponderBorrarDe un Dr. B a otro, felicidades por el blog.
Comparto tu conclusión todo vale obtener el posgrado, y también lo viviría una y mil veces
ResponderBorrar¿Cómo haces para tenerlo en la barra lateral?
ResponderBorrarQué diría Mafer sobre esto profesor???
ResponderBorrarLa verdad vale mucho la pena, sólo que en el proceso puedes odiar un poco lo que se supone más te gusta. Qué raro!
- Elizabeth (historia de la prensa)