Pensamientos de una noche dominical...


Estaba ayer viendo el programa "Bitácora Mexicana", conducido por Porfirio Muñoz Ledo (No veo "Desafío de Estrellas" porque vivo de mis neuronas y no puedo exponerme a lastimarlas, además de que ese "show" me parece una perfecta tortura proveniente del más oscuro círculo del Infierno: eso de pasar el resto de tu vida dizque cantando en un concurso para que tres fulanos te critiquen, y luego te boten "porque el público no votó por tí", para que más tarde te vuelvan a enganchar en otro programa que se llama diferente pero se trata exactamente de lo mismo, y que jamás se cumplan tus sueños -de opio o posibles- de convertirte en un cantante respetable, me parece una refinadísima forma de tortura...).
En fin, decía yo que estaba viendo el programa de Muñoz Ledo, y ayer se trató sobre la necesidad de impulsar a la ciencia en el país y de enseñarla en las aulas. Entre otros, tuvo de invitado a Javier Cruz, alguien a quien no conozco personalmente pero que respeto por la labor que ha hecho en radio y TV para difundir la ciencia entre nosotros, los "seres normales" que no sabemos casi nada de esas cosas.
La plática se dirigió hacia el carácter democrático de la ciencia. El conocimiento sólo avanza a partir de su constante discusión. Los postulados científicos no se sostienen simplemente porque "el Dr. Fulano de Tal así lo estableció", sino porque han pasado por un proceso de revisión exhaustivo y constantemente son puestos a prueba. Esa es la gran diferencia entre el conocimiento científico y el conocimiento religioso: el segundo se estableció de una vez y para siempre, no admite la discusión sobre sus principios formadores y exige para aceptarlo que las personas confíen en él incondicionalmente, o sea, que tengan fe.
La charla de Muñoz Ledo se dirigió al mediocre nivel educativo que padecemos, y empezaron a platicar sobre la falta de una educación científica de calidad en el país. En ese momento, Javier Cruz le hizo una pregunta que, me parece, Muñoz Ledo no se atrevió a contestar ampliamente, (por lo menos, no como lo hace cuando habla de otros temas, principalmente de él mismo).
La pregunta, más o menos, era: " ¿la deficiencia del sistema educativo nacional está planeada de antemano y tiene por objeto producir una sociedad ignorante que no sea capaz de exigir los verdaderos cambios que este país necesita?"
Muñoz Ledo musitó un "Sí", aunque, repito, hubiera esperado una mayor reflexión al respecto. Lo que sí mencionaron es que aprender ciencias es fundamental no sólo porque te permite comprender mejor la naturaleza y transformarla, que es en este momento la mayor fuente de riqueza de muchos países que le apostaron a educar mejor a sus sociedades para que salieran adelante. El mejor ejemplo de ésto es la India.
Aprender ciencias te permite desarrollar un pensamiento crítico, que no acepta las soluciones fáciles y busca aquellas certidumbres con las cuales influir en la naturaleza y en la sociedad. Aquella persona que comprende de qué manera se mueven los astros, cómo funciona la fotosíntesis, o qué es la teoría de la evolución, y lo más importante, que ha aprendido a cuestionar de manera lógica, bien puede usar ese arsenal metodológico para preguntarse por qué tenemos una clase política tan mediocre y corrupta, y si no sería hora de deshacernos de ella y formar una nueva que verdaderamente responda a las necesidades de la sociedad mexicana.
Al escucharlos pensaba yo en las quejas constantes sobre la forma en que se enseña historia en las escuelas mexicanas. Ya lo he mencionados antes: la "historia nacional" que aprenden los niños tiene por objeto legitimar al Estado y sus acciones, al convertirlo en el heredero de todos los movimientos revolucionarios que hubo en el pasado nacional. El niño aprende que es mexicano no sólo por nacer aquí, sino porque los actos realizados por distintos personajes calificados arbitrariamente como "buenos", (Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y ya saben los nombres de los demás), influyen en su vida; gracias a ellos, el niño vive en un "estado de bienestar" y es su obligación rendirles culto y preservar su herencia histórica.
El problema está en que hay un abismo cada vez más grande entre la impoluta imagen histórica y la realidad. Al joven de secundaria o preparatoria le vale un reverendo comino si Hidalgo dio su vida por que México fuera una nación independiente: él sólo sabe que la situación está cada día más dura, y que quizá debería dejar la escuela para conseguir dinero pronto y de ese modo subsanar sus necesidades y las de su familia. Los narcotráficantes se convierten en ídolos juveniles en muchas partes de la república porque son el ejemplo de alguien que desde abajo logró tener mucho dinero, mujeres y poder rompiendo las reglas, aunque para lograrlo hayan tenido que derramar mucha sangre, incluyendo la propia.
Aprender historia en la secundaria o preparatoria puede ser una de las experiencias más miserables y aburridas que alguien puede vivir (aunque, como siempre, hay sus respetables excepciones). Si nos basamos en la pregunta de Javier Cruz, podríamos muy bien pensar que la historia que aburre tiene por objeto lograr que las personas simplemente la odien, y con esto evitar un serio cuestionamiento sobre el pasado y el presente nacional.
Una población que alguna vez supo de un tal Morelos, pero que rápidamente lo olvidó porque era soporífero, es más fácil de dominar que otra que haya estudiado de manera crítica las acciones y pensamientos del héroe independentista. Si alguna vez supo que existió algo llamado "Los Sentimientos de la Nación", no importa puesto que pronto lo olvidará, a menos que haya tenido la fortuna de que alguien se los explicara con calma y los contrastara con el presente, lo que podría llevar a nuestro educando a cuestionarse con toda razón por qué nuestras leyes no han fomentado la constancia y el patriotismo, y tampoco han moderado la opulencia y la indigencia, como Morelos deseaba.
Aprender historia sirve para que nos preguntemos en dónde estamos parados, y una historia que fomente el pensamiento crítico es necesaria para construir esa sociedad democrática que nos merecemos. Del mismo modo que necesitamos saber ciencias, nos urge saber de nuestra historia, pero con la intención de construirnos un nuevo futuro. Esas cosas pensaba ayer, mientras veía el programa de Porfirio Muñoz Ledo.

(En la foto, Javier Cruz).

Comentarios

  1. PARA SER UNA NOCHE DOMINICAL, SIN VER LA BASOFIA DE LA BARRA NOCTURNA, ES INTERESANTE LA MANERA DE ENTENDER EL CONCEPTO DE EDUCACION EN ESTA "MODERNIDAD", YO CUANDO MENOS RECUERDO Q A MUCHOS DE MIS AMIGOS DE PRIMARIA LES APLICARON EL METODO "SIERRA" SOBRETODO CON LA HISTORIA, Y SUPONGO Q LA MAYORIA DE NUESTROS ILUSTRES POLITICOS FUERON EDUCADOS CON ESA METODOLOGIA, SERA X ESO Q QUEDARON ASI DE..... BUENO CREO Q X ESO LE DIERON UN DOCTORADO A FOX EN ATLANTA, JEJEJE

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