Contra la homofobia.


"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
También vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
(Además vinieron por los homosexuales, pero ¿por qué iba yo a preocuparme por ellos?)
Después vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante
Por último vinieron por mí, pero para entonces, ya no quedaba nadie para defenderme".
Versión libre del poema de Martin Niemöller

La madrugada del 20 de noviembre de 1901, un gendarme estaba realizando su ronda por las calles de la Ciudad de México. Al llegar a la Calle de la Paz llamó su atención el ruido y la música que venía de una accesoria cercana. Se acercó para indagar y encontró una gran fiesta clandestina. El grabador José Guadalupe Posada escribió al respecto:

Hace aún muy pocos días
Que en la calle de la Paz
Los gendarmes atisbaron
Un gran baile singular.
Cuarenta y un lagartijos
Disfrazados la mitad
De simpaticas muchachas
Bailaban como el que más.
La otra mitad con su traje
Es decir, de masculinos
Gozaban al extrechar
A los famosos jotitos.
Vestidos de raso y seda
Al último figurín
Con pelucas bien peinadas
Y moviéndose con chic.
Abanicos elegantes
Portaban con gentileza
Y aretes o dormilonas
Pasados por las orejas.
Sus caras muy repintadas
Con albayalde o con cal
Con ceniza o velutina...
¡Pues vaya usté a adivinar!
Llevaban buenos corsés
Con pechos bien abultados
Y caderitas y muslos...
Postizos...pues está claro.
El caso es que se miraban
Salerosas, retrecheras
Danzando al compas seguido
De música ratonera.
Se trataba, según dicen
De efectuar alegre rifa
De un niño de catorce años
Por colmo de picardías.
Cuando más entusiasmados
Y quitados de la pena
Se hallaban los mariquitos
Gozando de aquella fiesta.
¡Pum!, que los gendarmes entran
Sorprendiendo a los jotones!
Y aquello sí fue de verse...
¡Qué apuros y que aflixiones!
Algunos quieren correr
O echarse dentro el común
Otros quieren desnudarse
A otro les da el patatús.
Una alarma general...
Lloran, chillan y hasta ladran,
¡Qué rebumbio! ¡Qué conflictos!
Pero ninguno se escapa.
A todos, uno por uno
La policía los recoge
Y a Tlapisquera derecho
Se los va llevando al trote.

Luego de ponerlos a barrer las calles vestidos de mujer, los participantes en esa fiesta fueron condenados a realizar trabajos forzados en la península de Yucatán. No sabemos más sobre su suerte, pero no podemos dudar que la mayoría murió debido al extenuante trabajo y el clima. La tradición popular dice que 42 personas fueron arrestadas en esa fiesta, pero sólo 41 llegaron a Yucatán. El último se habría salvado de ese horrible destino gracias a su nombre y sus relaciones: al parecer era Ignacio de la Torre Mier, yerno del presidente de México Porfirio Díaz.
Los demás afrontaron ese destino solamente por ser homosexuales. Las cosas han cambiado en México y el mundo, pero no lo suficiente. Este país es el segundo con delitos de homofobia en América Latina, y al parecer más de 400 fueron asesinados entre 1995 y 2006. Digo "al parecer", ya que muchos casos son negados por los mismos familiares de las víctimas, a quienes incluso en la muerte se les rechaza por su condición sexual.
El 17 de mayo se celebrará el Día Mundial Contra la Homofobia. Defender el derecho de los ciudadanos a vivir su sexualidad de la manera que les parezca más conviente es también una manera de defendernos todos ante otros peligros que atentan contra la sociedad, como la censura y el autoritarismo. El conocimiento y el respeto a la diversidad nos permiten construir una sociedad democrática que nos merecemos, pero que sólo vamos a obtener si damos las luchas grandes y pequeñas que produzcan los cambios que necesitamos.

Comentarios

  1. PARECE Q EN MEXICO ESTAMO ABRIWNDONOS EN ESE SENTIDO, YA NO SOMOS TAAN MORALISTAS COMO HACE AÑOS, OJALA PARA Q HEREDEMOS UN LUGAR MEJOR DONDE NO EXISTAN DISTINGOS DE NINGUNA ESPECIE....

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  2. La preferencia u orientación sexual debería obviarse tanto como el género. Uno no va por la vida diciendo: "Mira, esa es mujer" o "El señor de allá es hombre". ¿Por qué tendríamos que señalar si aquel es heterosexual, homosexual o bisexual. Si a uno le gusta el frío o el calor; si es católico o judío; si le va a los Pumas o al América.
    Todas esas son decisiones personalísimas que a nadie incumben más que al que las toma. En todo caso, y ninguna de ellas determina la calidad moral ni la integridad de las personas. Habemos personas de buen y de mal corazón en todas las religiones, profesiones y preferencias.

    ¿Cómo es posible que a estas alturas de la historia tengamos que seguir explicando esto?

    Un abrazo Arno, y felicidades por el artículo.

    Lilyán

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  3. Totalmente contigo. Mañana asistiré a una concentración y al reparto de flores y folletos informativos en mi ciudad (Murcia).
    Haré alguna foto para poner en mi blog.
    A bear hug.

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  4. ¡Viva el tutti frutti! Y es que una dice tutti frutti para ya no excluir a nadie: viva el pastiche corporal, de género y de preferencias.

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