La "Cuarta Transformación" y su utilidad histórica.
A principios de este gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió que su régimen sería conocido como "La Cuarta Transformación". Para López Obrador la historia de México consistía en una serie de etapas en las que el pueblo mexicano se ha enfrentado a diversas pruebas para alcanzar su libertad, la igualdad y la justicia.
La primera etapa fue la Independencia, en la que nació el Estado mexicano; la segunda fue la Reforma, cuando alcanzó definitivamente su soberanía, y la tercera fue la Revolución en la que "el pueblo" luchó por mejorar sus condiciones de vida.
Según AMLO, con él empezaría la cuarta etapa, la Regeneración, en la que el pueblo resolvería definitivamente el gran problema de la corrupción y al fin sería un país justo para todos.
Desde que propuso esta idea de la historia, muchos hemos criticado su postura "lineal evolutiva" que hace creer que México siempre ha sido el mismo y sólo ha tenido que pasar por varias etapas para al final conseguir la felicidad de todos sus miembros; pero este discurso es muy poderoso entre otras cosas porque no es una creación de AMLO.
Al parecer, López Obrador aprendió el concepto de "Cuarta Transformación" de un maestro que tuvo en la secundaria, Rodolfo Lara Lagunas, quien en su libro "El sueño mexicano" dice que nuestra historia consiste en una larga lucha por acabar con la desigualdad. La Independencia, la Reforma y la Revolución son las etapas de esa lucha.
Pero en realidad la idea de un orden lineal y evolutivo de nuestra historia es mucho más antigua. El 16 de septiembre de 1867 el presidente Benito Juárez acudió a la ciudad de Querétaro a celebrar la Independencia nacional. Entre los actos para ese día, Juárez escuchó un discurso que lo fascinó.
Un médico chiapaneco llamado Gabino Barreda, pronunció ese día la "Oración Cívica". Barreda había estudiado en Francia y allí conoció el Positivismo, una doctrina filosófica que aseguraba que la humanidad, a través del uso de la razón y el orden, había avanzado por varias etapas de desarrollo hasta llegar al último estadio: el "Positivo" (cierto o verdadero) en el que gracias a su capacidad para pensar la especie humana viviría feliz y totalmente realizada.
Barreda usó las ideas del Positivismo para interpretar la historia de México: se le ocurrió que el periodo prehispánico correspondía a la Etapa Teológica del Positivismo, en la que los seres humanos le rinden culto a las fuerzas de la naturaleza.
El periodo colonial correspondería a la Etapa Metafísica, en la que la creencia en un ser superior se ha refinado y además surgen instituciones específicas para rendirle culto.
El último periodo correspondería a la Independencia y la Reforma: las dos constituyen la Etapa Positiva; en la que gracias a la razón el país se volvió soberano y poco a poco empezó a resolver sus problemas.
A Juárez y su generación les encantó este discurso porque al fin le daba un sentido a la historia nacional: México siempre tendía hacia el progreso y los problemas que tuvo en su camino (la Colonia y la etapa postindependiente con sus guerras civiles, la quiebra económica y las agresiones del exterior) serían "nudos de tensión" que fortalecieron al país para que accediera a una nueva etapa.
Esa visión de la historia logró sobrevivir con el paso del tiempo: el Porfiriato se consideró la etapa superior del desarrollo mexicano; y cuando llegó la Guerra Civil y luego la Revolución Institucionaliza, era simple creer que el presente siempre era el último periodo, en el que todos los problemas se habrían solucionado.
El México neoliberal no se preocupó mucho por la historia; estaba muy ocupado construyendo nuevas instituciones y lidiando con los problemas que provocó el debilitamiento de la Presidencia y los retos económicos de ese momento. Me parece que cometieron un grave error porque dejaron la historia en manos de ese grupo de oposición que salió del PRI en 1987 y que se dedicó a usar el pasado para construir un discurso que los legitimara. Por eso se valieron de las figuras de Lázaro Cárdenas, Villa, Zapata y hasta de Juárez.
Esa visión lineal y evolutiva también es conveniente porque crea de inmediato a "los malos de la historia": Cortés y sus tropas, los virreyes, Santa Anna, Porfirio Díaz y la generación neoliberal. En lugar de integrarlos a la historia y comprender sus motivaciones, es más sencillo echarles la culpa por todo lo malo que nos ha ocurrido (lo que también le quita al presente su responsabilidad por la época que vive).
Lo cierto es que no existe esa "evolución mexicana". Es sólo una forma de entender el pasado. Pero ha sido muy poderosa. Millones de mexicanos aprendimos así la historia de nuestro país y a López Obrador le sirvió primero para ganar la presidencia y luego para tener siempre a quien culpar por los errores de su gobierno.
Aquel que pretenda competirle en 2024 no puede desdeñar la historia de México. Creer que con ofrecerle "soluciones concretas" a la nación sin tomar en cuenta el profundo poder emotivo que tiene la idea del pasado al final fracasará. Hay que repensar la historia para proponerle a México un relato en el que se respete la individualidad de cada grupo y al mismo tiempo se les invite nuevamente a la unidad. Eso sólo se puede hacer estudiando detenidamente nuestra historia.
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