¿Estados Unidos Mexicanos?
En uno de sus últimos actos como presidente de la república, Felipe Calderón acaba de presentar una iniciativa para que otra vez el Congreso de la Unión cambie el nombre del país, de "Estados Unidos Mexicanos" a "México".
La propuesta no es nueva, el mismo Calderón la presentó al Congreso en 2003, y diez años antes lo intentó el presidente Carlos Salinas de Gortari, como la cereza del pastel de su sexenio: el Tratado de Libre Comercio.
En su exposición, el presidente asegura: "el nombre de un País expresa una relación simbólica con todo aquello que designa con su gente con sus orígenes, con su cultura, con sus costumbres y sobre todo con su identidad".
Y añade: "El nombre de nuestro País ya no tiene porqué seguir emulando a otras naciones como lo hizo en el siglo 19 por las razones consideradas por los constituyentes"
Durante décadas (literalmente) he escuchado de tiempo en tiempo que alguien propone cambiar el nombre del país, y lo hacen fundamentalmente porque les da horror que se parezca tanto al de "Estados Unidos de América". Alguna vez escuché a Elena Poniatowska decir que nuestro nombre nacional sólo nos esclavizaba al vecino del norte.
ante esta clase de comentarios, yo siempre pienso: "Si les gusta tanto citar a la historia, ¿por qué no primero la estudian?"
Los nombres tienen una razón de ser; nos dan identidad, nos recuerdan nuestro pasado y también nos ayudan a imaginar el futuro.
Toda nación tiene dos nombres: uno común ("Francia", "España", "Alemania") y otro oficial ("República Francesa", "Reino de España" y "República Federal de Alemania"). En su nombre se identifica su pasado, su nación (que no es lo mismo que el Estado o el país) y su futuro.
En nuestro caso hemos tenido diferentes nombres, los cuales cambiaron por razones políticas. Sin embargo, hubo uno que sobrevivió a todas esas guerras y crisis y lo usamos hasta el día de hoy: "Estados Unidos Mexicanos".
La Constitución de Apatzingán de 1814 (la del cura Morelos), no establece un nombre preciso; sólo nos llama "América Mexicana" (perfecto para que comiencen a rasgarse las vestiduras los que dicen que sólo imitamos a Estados Unidos).
En las Constituciones de 1836 y 1843, ya aparecemos como "República Mexicana" o "República de México". Les aviso entonces dos cosas:
primero) no es nuevo ese nombre,
segundo) es la peor idea que se les puede ocurrir a los que ahora quieren que cambiemos de nombre, porque la "república Mexicana, o de México" se refiere a la etapa centralista, cuando los estados desaparecieron para que en su lugar hubiera departamentos, el presidente gobernaba con un grupo de notables, el Poder Legislativo desaparecía y sólo podían votar aquellas personas que tuvieran mucho dinero.
El nombre "república de México", se refiere entonces a una etapa oscura y antidemocrática de nuestra historia nacional. ¿Deveras quieren que nos llamemos así otra vez?
Es cierto que también fue el nombre usado en la Constitución de 1857. ¿Pero entonces por qué reapareció nuestro primer nombre oficial? ¿Qué pasa con los "Estados Unidos Mexicanos"?
1823. El Primer Imperio Mexicano está muerto y los estados que lo conformaban estaban a un trís de convertirse en países independientes (como lo hizo Centroamérica y-durante un tiempo- la península de Yucatán). México no iba a existir; su destino iba a ser el mismo que tuvieron Guatemala, Nicaragua, El Salvador y el resto: ser pequeñas repúblicas muy débiles y peleadas entre sí.
Fue gracias a un arduo proceso de negociación entre el Centro y los estados que la división se impidió, pero a cambio hubo que fundar un Estado Federal, en el que cada región gozara de una enorme autonomía.
Por eso nos llamamos "Estados Unidos Mexicanos". No por copiar a los americanos, sino porque reconocemos que estamos unidos mediante un pacto federal que no puede romperse. Allí está también el origen del liberalismo mexicano, que tantas satisfacciones nos dejó en el siglo XIX.
Repito lo que dice Calderón: "el nombre de un País expresa una relación simbólica con todo aquello que designa con su gente con sus orígenes, con su cultura, con sus costumbres y sobre todo con su identidad".
El origen de nuestro país está en la república federal de 1824. Nuestra cultura pasó por una difícil transformación hasta que las ideas de libertad, igualdad, fraternidad, justicia, equidad y otras se volvieran comunes a los mexicanos (que no se apliquen en su totalidad no es culpa de nuestro nombre oficial).
Nuestra identidad, a pesar de los esfuerzos monárquicos, es federalista. México es la unión de sus estados, de sus propias culturas y costumbres, los cuales decidieron formar parte de este país.
Aquellos hombres que impidieron que la patria se destruyera en 1824 merecen nuestro respeto. Gracias a ellos nos llamamos "Estados Unidos Mexicanos", como lo decidieron también los constituyentes de 1917 (que se sabían perfecto la historia que acabo de relatar).
¿No sería conveniente que antes de hacer esta clase de propuestas, nuestros gobernantes supieran más de historia y entendieran el mensaje republicano y federalista que está contenido en los "Estados Unidos Mexicanos"?
Sin una verdadera conciencia del pasado, no tendremos un futuro sólido. Y eso queda claro en algo tan simbólico (y aparentemente desdeñable) como nuestro nombre.
PD: hoy es muy normal creer que todos somos mexicanos porque habitamos un territorio que "siempre" ha sido el mismo. Pero eso no es cierto. Nuestro territorio cambió su tamaño durante el siglo XIX, y muchos de los grupos que ahora constituyen a México no se sintieron parte de la nación durante mucho tiempo. ¿Por qué imponerles un nombre y una cultura que no necesariamente les pertenece? "Estados Unidos Mexicanos" los invita a pertenecer a una comunidad. "República de México" los obliga.
La propuesta no es nueva, el mismo Calderón la presentó al Congreso en 2003, y diez años antes lo intentó el presidente Carlos Salinas de Gortari, como la cereza del pastel de su sexenio: el Tratado de Libre Comercio.
En su exposición, el presidente asegura: "el nombre de un País expresa una relación simbólica con todo aquello que designa con su gente con sus orígenes, con su cultura, con sus costumbres y sobre todo con su identidad".
Y añade: "El nombre de nuestro País ya no tiene porqué seguir emulando a otras naciones como lo hizo en el siglo 19 por las razones consideradas por los constituyentes"
Durante décadas (literalmente) he escuchado de tiempo en tiempo que alguien propone cambiar el nombre del país, y lo hacen fundamentalmente porque les da horror que se parezca tanto al de "Estados Unidos de América". Alguna vez escuché a Elena Poniatowska decir que nuestro nombre nacional sólo nos esclavizaba al vecino del norte.
ante esta clase de comentarios, yo siempre pienso: "Si les gusta tanto citar a la historia, ¿por qué no primero la estudian?"
Los nombres tienen una razón de ser; nos dan identidad, nos recuerdan nuestro pasado y también nos ayudan a imaginar el futuro.
Toda nación tiene dos nombres: uno común ("Francia", "España", "Alemania") y otro oficial ("República Francesa", "Reino de España" y "República Federal de Alemania"). En su nombre se identifica su pasado, su nación (que no es lo mismo que el Estado o el país) y su futuro.
En nuestro caso hemos tenido diferentes nombres, los cuales cambiaron por razones políticas. Sin embargo, hubo uno que sobrevivió a todas esas guerras y crisis y lo usamos hasta el día de hoy: "Estados Unidos Mexicanos".
La Constitución de Apatzingán de 1814 (la del cura Morelos), no establece un nombre preciso; sólo nos llama "América Mexicana" (perfecto para que comiencen a rasgarse las vestiduras los que dicen que sólo imitamos a Estados Unidos).
En las Constituciones de 1836 y 1843, ya aparecemos como "República Mexicana" o "República de México". Les aviso entonces dos cosas:
primero) no es nuevo ese nombre,
segundo) es la peor idea que se les puede ocurrir a los que ahora quieren que cambiemos de nombre, porque la "república Mexicana, o de México" se refiere a la etapa centralista, cuando los estados desaparecieron para que en su lugar hubiera departamentos, el presidente gobernaba con un grupo de notables, el Poder Legislativo desaparecía y sólo podían votar aquellas personas que tuvieran mucho dinero.
El nombre "república de México", se refiere entonces a una etapa oscura y antidemocrática de nuestra historia nacional. ¿Deveras quieren que nos llamemos así otra vez?
Es cierto que también fue el nombre usado en la Constitución de 1857. ¿Pero entonces por qué reapareció nuestro primer nombre oficial? ¿Qué pasa con los "Estados Unidos Mexicanos"?
1823. El Primer Imperio Mexicano está muerto y los estados que lo conformaban estaban a un trís de convertirse en países independientes (como lo hizo Centroamérica y-durante un tiempo- la península de Yucatán). México no iba a existir; su destino iba a ser el mismo que tuvieron Guatemala, Nicaragua, El Salvador y el resto: ser pequeñas repúblicas muy débiles y peleadas entre sí.
Fue gracias a un arduo proceso de negociación entre el Centro y los estados que la división se impidió, pero a cambio hubo que fundar un Estado Federal, en el que cada región gozara de una enorme autonomía.
Por eso nos llamamos "Estados Unidos Mexicanos". No por copiar a los americanos, sino porque reconocemos que estamos unidos mediante un pacto federal que no puede romperse. Allí está también el origen del liberalismo mexicano, que tantas satisfacciones nos dejó en el siglo XIX.
Repito lo que dice Calderón: "el nombre de un País expresa una relación simbólica con todo aquello que designa con su gente con sus orígenes, con su cultura, con sus costumbres y sobre todo con su identidad".
El origen de nuestro país está en la república federal de 1824. Nuestra cultura pasó por una difícil transformación hasta que las ideas de libertad, igualdad, fraternidad, justicia, equidad y otras se volvieran comunes a los mexicanos (que no se apliquen en su totalidad no es culpa de nuestro nombre oficial).
Nuestra identidad, a pesar de los esfuerzos monárquicos, es federalista. México es la unión de sus estados, de sus propias culturas y costumbres, los cuales decidieron formar parte de este país.
Aquellos hombres que impidieron que la patria se destruyera en 1824 merecen nuestro respeto. Gracias a ellos nos llamamos "Estados Unidos Mexicanos", como lo decidieron también los constituyentes de 1917 (que se sabían perfecto la historia que acabo de relatar).
¿No sería conveniente que antes de hacer esta clase de propuestas, nuestros gobernantes supieran más de historia y entendieran el mensaje republicano y federalista que está contenido en los "Estados Unidos Mexicanos"?
Sin una verdadera conciencia del pasado, no tendremos un futuro sólido. Y eso queda claro en algo tan simbólico (y aparentemente desdeñable) como nuestro nombre.
PD: hoy es muy normal creer que todos somos mexicanos porque habitamos un territorio que "siempre" ha sido el mismo. Pero eso no es cierto. Nuestro territorio cambió su tamaño durante el siglo XIX, y muchos de los grupos que ahora constituyen a México no se sintieron parte de la nación durante mucho tiempo. ¿Por qué imponerles un nombre y una cultura que no necesariamente les pertenece? "Estados Unidos Mexicanos" los invita a pertenecer a una comunidad. "República de México" los obliga.
me parece que a pesar de ser nominalmente una federación aún tenemos mucho de centralistas
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