"Cristiada" ¿quién es el dueño de la historia?
Partamos de la siguiente base: yo considero que todo aquel documento que tenga como tema el pasado y ofrezca una versión acerca de éste, es un documento historiográfico y puede ser criticado de acuerdo a las reglas de nuestro arte.
Comienzo así este post porque la película "Cristiada" se presenta como "la historia de México que te quisieron ocultar" y en ningún momento señalan que el guión sea una adaptación libre de hechos históricos, o una mera invención.
"Cristiada" es, para sus realizadores, una película de historia, un documento historiográfico que cuenta lo que ocurrió en México entre 1926 y 1929. Sobre esa base haré mi crítica.
La Guerra Cristera es uno de los capítulos más dolorosos de la historia de México, y es cierto que nos falta mucha información sobre lo ocurrido, pero no es verdad que sea una historia oculta por defender intereses turbios.
La Cristiada fue la continuación de un larguísimo conflicto entre la Iglesia y el Estado en este territorio, por decidir quién tendría el derecho de gobernarlo.
El conflicto empezó en 1760, cuando la Casa de Borbón se convirtió en la dueña del Imperio Español y llevó a cabo una serie de reformas para modernizarlo.
La expulsión de los jesuítas de todos los territorios españoles en 1767 es parte de ese conflicto: ¿quién tendría derecho al poder temporal, la Iglesia o el Estado?
México heredó esa pugna al independizarse. Si bien al principio buscó el apoyo de la Iglesia, el Estado rápidamente entró en conflicto con ella. Los proyectos liberales de Valentín Gómez Farías son prueba de eso.
Un Estado moderno debe garantizar a sus ciudadanos la libertad de creencia, la educación laica y el poder vivir dentro de la ley sin necesidad de obedecer a determinado culto religioso. El gran momento liberal en la historia de México se dio durante la Guerra de Reforma, cuando se promulgaron aquellas leyes que tanto enojaron a la Iglesia.
Porfirio Díaz encontró la forma de convivir pacíficamente con el clero, pero la Revolución Mexicana necesitaba afianzarse como el máximo poder para construir un nuevo Estado que garantizara la libertad de cultos.
Los obispos católicos tuvieron una actitud de reserva ante el levantamiento de Madero en 1910, y no vieron con malos ojos que surgiera el Partido Católico Nacional un año más tarde, el cual buscaba recolocar a la Iglesia como el eje rector de la vida nacional.
La respuesta del clero ante el asesinato de Madero fue, por decir lo menos, muy tibia. No condenaron con el debido rigor ese espantoso crimen, lo que ocasionó que los constitucionalistas (quienes se enorgullecían de su pasado liberal), vieran con malos ojos a la Iglesia.
La Constitución de 1917 fue rechazada por los obispos, pero tuvieron que aceptarla. Sin embargo, otras organizaciones católicas comenzaron a presionar al Estado para eliminar toda ley anticlerical.
Para los años 20 ya existía una Confederación Nacional Católica del Trabajo, que contaba con cerca de 25 mil integrantes, además de la famosa Asociación Católica de la Juventud Mexicana, con un número similar de miembros.
Ante estas medidas por parte del clero, el Estado mexicano quiso controlarlo. Por esa razón durante el gobierno de Plutarco Elías Calles se decidió poner en práctica una reglamentación proveniente del artículo 130 constitucional, que entre otras cosas buscaba limitar el número de sacerdotes por habitante, restringir la presencia de ministros extranjeros y no permitir las manifestaciones externas del culto católico.
Los laicos respondieron con una serie de medidas para impedir la aplicación de este reglamento. Al no lograrlo (y luego de que los obispos decidieron cerrar las Iglesias, aduciendo que en México era imposible profesar libremente la religión católica), prefirieron levantarse en armas.
Hay que decir que no sólo los movía el interés meramente religioso. La sublevación se concentró en las zonas agrarias del Bajío y el Centro-Occidente del país, regiones en donde había una clase media campesina, mestiza (y en algunos casos de piel blanca) y que tampoco estaban de acuerdo con el reparto agrario y la creación de ejidos.
El conflicto duró tres años, según algunos autores costó 70 mil vidas, y al final se resolvió en 1929 con la firma de los Convenios de Chapultepec, entre el presidente Emilio Portes Gil y los obispos católicos, en un acuerdo que un político mexicano explicó de la siguiente manera: "ellos violan la Constitución tantito, y nosotros cerramos los ojos tantito".
Así terminó la Guerra Cristera, pero el conflicto se mantuvo por décadas. A pesar de que el Estado Revolucionario y la Iglesia mantuvieron una relación armoniosa, hubo momentos de profunda tensión, como el movimiento sinarquista de los años 40 y los grupos de ultraderecha de las décadas siguientes. Además de que las escuelas católicas no desaparecieron, los curas extranjeros siguieron en el país y las ceremonias religiosas se llevaron a cabo fuera de los templos.
A cambio de permitir todo eso, la Iglesia Católica a partir de los años 40 apoyó a los gobiernos de la Revolución y criticó cualquier movimiento en contra del Estado.
La situación cambió a partir de los años 90 del siglo XX, cuando se reanudaron las relaciones oficiales entre la Iglesia y el Estado. Aprovechando la debilidad del segundo, la Iglesia comenzó a recuperar su papel protagónico en la sociedad, oponiéndose al aborto, a los matrimonios entre homosexuales y exigiendo que todos los niños -sin importar sus creencias o las de sus padres- tengan clases de religión en las escuelas.
Todo este contexto es importante para entender la película "Cristiada", la cual no menciona muchos de estos sucesos. Para los realizadores del film, jamás hubo un conflicto anterior entre la Iglesia y el Estado; la Iglesia no se opuso a que los niños recibieran educación laica y científica, no hubo organizaciones laicas presionando al Estado antes de la sublevación, y el conflicto se resolvió tan fácilmente como había comenzado.
Según "Cristiada", Plutarco Elías Calles (quien jamás usó barba ni compuso "Pedro Navaja") un día amaneció de malas y quisó descargar su frustración contra los pobres católicos, quienes sólo veían que el gobierno les quitaba a sus curas pero jamás entendieron el enorme conflicto que había detrás.
Los católicos (según "Cristiada") siempre son buenos, puros, de nobles sentimientos, y si alguna vez tuvieron que cometer asesinatos, lo hicieron por su fe y pidieron perdón por sus pecados. En cambio, el gobierno es malo, satánico, ateo, hereje y utiliza a los soldados para cometer las peores bajezas.
Un caso interesante es el de Enrique Gorostieta, un general revolucionario que es contratado por los cristeros para que los dirija en la batalla (y que en la película es protagonizado por Andy García).
Durante la película, Gorostiera sufre una transformación espiritual: primero es un descreído que entra a la lucha por dinero, pero poco a poco se transforma hasta morir por sus creencias. ¿Pero qué creen? ¡al final de la película, cuando se alaba a los otros mártires que aparecen en el film, nunca vuelven a acordarse de su general!
(Por cierto, y a pesar de lo que digan en "Cristiada", hubo generales mucho más importantes que Gorostieta. Allí tenemos a Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Felipe Angeles y Joaquín Amaro para demostrarlo).
"Cristiada" tiene enormes errores históricos. Por mencionar sólo uno, Gorostieta se entera de la sublevación leyendo el diario "El Imparcial". Si los realizadores hubieran recurrido a un historiador (y no sólo a varios sacerdotes, como señalan en los créditos al final de la cinta), se habrían enterado de que ese periódico desapareció en 1914, 12 años antes del conflicto cristero.
Como dije al principio, "Cristiada" se presenta como un documento historiográfico, o sea, nos quiere contar lo que realmente ocurrió en México entre 1926 y 1929. Pero lo único que logra es una película falsa, que manipula la realidad, que pretende convencer al presentar un relato amañado donde los mártires mueren por su fe (y si son niños, mejor), pero jamás explica por qué surgió el conflicto y cuál fue la responsabilidad de la Iglesia en ello.
¿A quién conviene una película como ésta? ¿Es parte de ese intento clerical por recobrar la fe de una sociedad que cada vez más se aleja del catolicismo, harta de escándalos, mentiras y arrogancia por parte del alto clero?
Lo cierto es que el ejército queda muy mal parado en "Cristiada", y no se nos olvide que es ese mismo ejército que ahora está en las calles de nuestro país peleando contra el crimen organizado, en una guerra que bien podría llegar a los 70 mil muertos, o más.
Este tipo de películas jamás son inocentes. Siempre tienen una intención. Sé que mucha gente la ha visto en las últimas semanas. ¿Lograrán al fin imponer su visión de la historia?
Comienzo así este post porque la película "Cristiada" se presenta como "la historia de México que te quisieron ocultar" y en ningún momento señalan que el guión sea una adaptación libre de hechos históricos, o una mera invención.
"Cristiada" es, para sus realizadores, una película de historia, un documento historiográfico que cuenta lo que ocurrió en México entre 1926 y 1929. Sobre esa base haré mi crítica.
La Guerra Cristera es uno de los capítulos más dolorosos de la historia de México, y es cierto que nos falta mucha información sobre lo ocurrido, pero no es verdad que sea una historia oculta por defender intereses turbios.
La Cristiada fue la continuación de un larguísimo conflicto entre la Iglesia y el Estado en este territorio, por decidir quién tendría el derecho de gobernarlo.
El conflicto empezó en 1760, cuando la Casa de Borbón se convirtió en la dueña del Imperio Español y llevó a cabo una serie de reformas para modernizarlo.
La expulsión de los jesuítas de todos los territorios españoles en 1767 es parte de ese conflicto: ¿quién tendría derecho al poder temporal, la Iglesia o el Estado?
México heredó esa pugna al independizarse. Si bien al principio buscó el apoyo de la Iglesia, el Estado rápidamente entró en conflicto con ella. Los proyectos liberales de Valentín Gómez Farías son prueba de eso.
Un Estado moderno debe garantizar a sus ciudadanos la libertad de creencia, la educación laica y el poder vivir dentro de la ley sin necesidad de obedecer a determinado culto religioso. El gran momento liberal en la historia de México se dio durante la Guerra de Reforma, cuando se promulgaron aquellas leyes que tanto enojaron a la Iglesia.
Porfirio Díaz encontró la forma de convivir pacíficamente con el clero, pero la Revolución Mexicana necesitaba afianzarse como el máximo poder para construir un nuevo Estado que garantizara la libertad de cultos.
Los obispos católicos tuvieron una actitud de reserva ante el levantamiento de Madero en 1910, y no vieron con malos ojos que surgiera el Partido Católico Nacional un año más tarde, el cual buscaba recolocar a la Iglesia como el eje rector de la vida nacional.
La respuesta del clero ante el asesinato de Madero fue, por decir lo menos, muy tibia. No condenaron con el debido rigor ese espantoso crimen, lo que ocasionó que los constitucionalistas (quienes se enorgullecían de su pasado liberal), vieran con malos ojos a la Iglesia.
La Constitución de 1917 fue rechazada por los obispos, pero tuvieron que aceptarla. Sin embargo, otras organizaciones católicas comenzaron a presionar al Estado para eliminar toda ley anticlerical.
Para los años 20 ya existía una Confederación Nacional Católica del Trabajo, que contaba con cerca de 25 mil integrantes, además de la famosa Asociación Católica de la Juventud Mexicana, con un número similar de miembros.
Ante estas medidas por parte del clero, el Estado mexicano quiso controlarlo. Por esa razón durante el gobierno de Plutarco Elías Calles se decidió poner en práctica una reglamentación proveniente del artículo 130 constitucional, que entre otras cosas buscaba limitar el número de sacerdotes por habitante, restringir la presencia de ministros extranjeros y no permitir las manifestaciones externas del culto católico.
Los laicos respondieron con una serie de medidas para impedir la aplicación de este reglamento. Al no lograrlo (y luego de que los obispos decidieron cerrar las Iglesias, aduciendo que en México era imposible profesar libremente la religión católica), prefirieron levantarse en armas.
Hay que decir que no sólo los movía el interés meramente religioso. La sublevación se concentró en las zonas agrarias del Bajío y el Centro-Occidente del país, regiones en donde había una clase media campesina, mestiza (y en algunos casos de piel blanca) y que tampoco estaban de acuerdo con el reparto agrario y la creación de ejidos.
El conflicto duró tres años, según algunos autores costó 70 mil vidas, y al final se resolvió en 1929 con la firma de los Convenios de Chapultepec, entre el presidente Emilio Portes Gil y los obispos católicos, en un acuerdo que un político mexicano explicó de la siguiente manera: "ellos violan la Constitución tantito, y nosotros cerramos los ojos tantito".
Así terminó la Guerra Cristera, pero el conflicto se mantuvo por décadas. A pesar de que el Estado Revolucionario y la Iglesia mantuvieron una relación armoniosa, hubo momentos de profunda tensión, como el movimiento sinarquista de los años 40 y los grupos de ultraderecha de las décadas siguientes. Además de que las escuelas católicas no desaparecieron, los curas extranjeros siguieron en el país y las ceremonias religiosas se llevaron a cabo fuera de los templos.
A cambio de permitir todo eso, la Iglesia Católica a partir de los años 40 apoyó a los gobiernos de la Revolución y criticó cualquier movimiento en contra del Estado.
La situación cambió a partir de los años 90 del siglo XX, cuando se reanudaron las relaciones oficiales entre la Iglesia y el Estado. Aprovechando la debilidad del segundo, la Iglesia comenzó a recuperar su papel protagónico en la sociedad, oponiéndose al aborto, a los matrimonios entre homosexuales y exigiendo que todos los niños -sin importar sus creencias o las de sus padres- tengan clases de religión en las escuelas.
Todo este contexto es importante para entender la película "Cristiada", la cual no menciona muchos de estos sucesos. Para los realizadores del film, jamás hubo un conflicto anterior entre la Iglesia y el Estado; la Iglesia no se opuso a que los niños recibieran educación laica y científica, no hubo organizaciones laicas presionando al Estado antes de la sublevación, y el conflicto se resolvió tan fácilmente como había comenzado.
Según "Cristiada", Plutarco Elías Calles (quien jamás usó barba ni compuso "Pedro Navaja") un día amaneció de malas y quisó descargar su frustración contra los pobres católicos, quienes sólo veían que el gobierno les quitaba a sus curas pero jamás entendieron el enorme conflicto que había detrás.
Los católicos (según "Cristiada") siempre son buenos, puros, de nobles sentimientos, y si alguna vez tuvieron que cometer asesinatos, lo hicieron por su fe y pidieron perdón por sus pecados. En cambio, el gobierno es malo, satánico, ateo, hereje y utiliza a los soldados para cometer las peores bajezas.
Un caso interesante es el de Enrique Gorostieta, un general revolucionario que es contratado por los cristeros para que los dirija en la batalla (y que en la película es protagonizado por Andy García).
Durante la película, Gorostiera sufre una transformación espiritual: primero es un descreído que entra a la lucha por dinero, pero poco a poco se transforma hasta morir por sus creencias. ¿Pero qué creen? ¡al final de la película, cuando se alaba a los otros mártires que aparecen en el film, nunca vuelven a acordarse de su general!
(Por cierto, y a pesar de lo que digan en "Cristiada", hubo generales mucho más importantes que Gorostieta. Allí tenemos a Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Felipe Angeles y Joaquín Amaro para demostrarlo).
"Cristiada" tiene enormes errores históricos. Por mencionar sólo uno, Gorostieta se entera de la sublevación leyendo el diario "El Imparcial". Si los realizadores hubieran recurrido a un historiador (y no sólo a varios sacerdotes, como señalan en los créditos al final de la cinta), se habrían enterado de que ese periódico desapareció en 1914, 12 años antes del conflicto cristero.
Como dije al principio, "Cristiada" se presenta como un documento historiográfico, o sea, nos quiere contar lo que realmente ocurrió en México entre 1926 y 1929. Pero lo único que logra es una película falsa, que manipula la realidad, que pretende convencer al presentar un relato amañado donde los mártires mueren por su fe (y si son niños, mejor), pero jamás explica por qué surgió el conflicto y cuál fue la responsabilidad de la Iglesia en ello.
¿A quién conviene una película como ésta? ¿Es parte de ese intento clerical por recobrar la fe de una sociedad que cada vez más se aleja del catolicismo, harta de escándalos, mentiras y arrogancia por parte del alto clero?
Lo cierto es que el ejército queda muy mal parado en "Cristiada", y no se nos olvide que es ese mismo ejército que ahora está en las calles de nuestro país peleando contra el crimen organizado, en una guerra que bien podría llegar a los 70 mil muertos, o más.
Este tipo de películas jamás son inocentes. Siempre tienen una intención. Sé que mucha gente la ha visto en las últimas semanas. ¿Lograrán al fin imponer su visión de la historia?
derecho de gobernar??????? ajajaja la Iglesia no queira gobernar, Calles queria imponer un Papa mexicano. Pero es pasado dejemos de pelearnos entre cristianos y liberales. saludos
ResponderBorrarPor favor. Calles nunca tuvo, ni en sus más remotos sueños, la posibilidad de imponer un Papa, mexicano o no (esa la tuvieron en su tiempo, y lo hicieron con los Papas de Aviñón, los reyes de Francia). La cuestión, más práctica y en donde tenía mayors osibilidades de éxito, era, como explica Clionáutica, quién gobernaría en México.
BorrarAl ver esta película me gustó pero como un cuento...y mi padre sabiamente dece "quien tiene el poder es quien invente la historia" es así como nos han inventado tantos santos....martires, etc. Ademas mi abuela contaba que en San marcos Evangelists (cerca de Zacoalco) en esos tiempos no sabían de quien cuidarse, pues los cristeros llegaban y robaban (viloaban)segun ellos para mantener su causa y eso no lo cuenta la película verdad...
ResponderBorrarSoy Francés viviendo en Mexico y vi a la película con la familia de mi esposa. Sin saber mucho de esta parte de la historia mexicana, me pareció muy deshonesta la película - soy agnóstico - y trate de saber más después de verla. Y ahora, se confirmaron mis dudas... El problema, como lo dice su articulo, es que se presenta como la verdad histórica cuando esta llena de errores y probablemente de mentiras conscientes. Hablando solamente de la muerte del famoso Catorce, que de hecho murió asesinado por su propio campo por no someterse al general Gorostieta...
ResponderBorrarEl gran problema es que la mayor parte de la población no lo cuestionará y no buscará informaciones complementarías. O como presentar la Iglesia como victima y quitarle toda responsabilidad o ambición política...
La Cristiada, capítulo negro de la historia de México, en la que los intereses del gobierno de querer una iglesia nacionalista no dependiente del vaticano llevó a un enfrentamiento en que por parte de los "cristeros" tuvo mas seguidores que Zapata o Villa en que se la fe religiosa de campesinos los llevó a quebrantar el "no matará" y en el que hubo religiosos como los padres Sedano, Reyes Vega, Pedrosa y muchos mártires por ambos bandos (como el soldado que fue fusilado por llevar una estampa religiosa) y es probable que si las autoridades religosas (que estaban asustadas por los tintes que había tomado el conflicto) no hubieran pactado con el gobierno el fin del conflicto hubieramos tenido un gobierno de religiosos (nada bueno para los de "abajo" pues las autoridades religiosas se identifican mas con las clases privilegiadas que con Cristo y los pobres, con excepciones desde luego)
ResponderBorrarlamentablemente, los mexicanos que se cuestionan las cosas y se detienen a realizar una crítica pensada son muy pocos; recuerdo una obra de Rodolfo Usigli, "el gesticulador", en ella hay un diálogo entre Navarro y César Rubio donde Navarro le exige que retire su candidatura o de lo contrario le dirá a la gente que es un impostor y César Rubio le contesta, "dígales también que la virgen de guadalupe es un invento de los españoles para manipular al indio", implicando con ello que muchos han tomado un mito o mentira como verdad popular; así es nuestro país para bien o para mal.
ResponderBorrarYo no he visto la película, sencillamente porque escuché varias entrevistas que le hicieron al director y su visión me pareció pobre y maniquea. Quizá lo que me pareció aún más triste del asunto es que el director es nieto de Jean Meyer, uno de los historiadores que más ha invetigado el tema de los cristeros. En una de las entrevistas que escuché el director reconoció que jamás se había interesado por la historia de México, hasta que tuvo que decidirse por un tema para hacer su película. Las personas que estudian cine en México nos heredan sus prejucios y la pobre visión que tienen de realidades que desconocen y que deben reinterpretar desde su cómoda posición socioeconómica.
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