Macario Schettino: "la Revolución Mexicana nunca existió"


Con los festejos por el 2010 tan cercanos, cada vez nos encontramos con más libros sobre la Independencia y la Revolución Mexicana. Me parece perfecto que recordemos esos dos momentos de nuestra historia, pero creo que más allá de la mera remembranza, necesitamos comprender nuestra situación presente para imaginarnos un nuevo proyecto nacional. Y la única forma de entender el presente es remontarnos a nuestro pasado.
Esto es lo que nos ofrece Macario Schettino en su libro Cien años de confusión. México en el siglo XX. Una historia integral de nuestro país durante la centuria pasada, y su conclusión es demoledora:
El siglo XX fue una época perdida para México. La Revolución Mexicana, la primera revolución social en ese siglo, que logró transformar a México y convertirlo en una nación moderna y progresista, simplemente nunca ocurrió.
Un discurso incendiario, justo como me gustan las obras historiográficas. Pero vayamos por partes, como decía Lord Jack.
Macario Schettino es un analista político muy reconocido en este momento. También es uno de los "todólogos mediáticos" que abundan actualmente (lo digo sin ironía). Lo puedes leer en El Universal, o puedes escucharlo con Ezra Shabot en MVSNoticias, o lo puedes ver también con Shabot en
OnceTVMéxico en el programa Dinero y Poder.
Como dice en su página web, Schettino se dedica al análisis de la realidad desde una perspectiva interdisciplinaria. Yo lo conozco más por sus columnas sobre finanzas y economía, y porque me lo presentó una amiga de la que fue sinodal durante su maestría. Me pareció una persona agradable y con una carrera sólida como analista político.
Con todos estos antecedentes, vayamos al libro. En realidad éste iba a ser su tesis doctoral en historia (como me platicó), pero diversas circunstancias lo llevaron a publicarlo en lugar de obtener su grado.
El eje de este libro está en señalar que la Revolución Mexicana no existió nunca. No es un hecho histórico sino un constructo cultural elaborado durante el Cardenismo para darle coherencia a todos los hechos suscitados entre 1908 y 1938, y para legitimar al naciente sistema político mexicano.
El "relato broncíneo" sobre la Revolución nos dice que la nación mexicana se levantó en armas cansada de la opresión porfirista. El apostol Francisco I. Madero lideró al pueblo en su lucha por la democracia, pero fue traicionado por los reductos porfiristas y las intrigas norteamericanas. Eso provocó una guerra civil entre los asesinos de Madero y sus antiguos seguidores, quienes se congregaron alrededor del patriarca coahuilense, el varón de Cuatro Ciénagas, Venustiano Carranza (algo así como la guerra entre el Imperio Galáctico y la Alianza Rebelde de Star Wars, pero en lugar de naves espaciales y sables de luz había ferrocarriles y adelitas).
La Alianza Rebelde, digo, los Carrancistas, alcanzaron la victoria y se propusieron transformar al país promulgando una nueva Constitución en 1917, que recogiera todas las exigencias de los obreros y los campesinos, y construyera una nación democrática y moderna.
Sin embargo, el éxito no llegó pronto. La reacción se encargó de asesinar a los líderes más destacados de la Revolución Mexicana. Zapata, Villa, el mismo Carranza, Obregón y otros dieron sus vidas para que el proyecto Revolucionario pudiera triunfar.
Empero, el empuje del pueblo mexicano en pos de la libertad y la felicidad era mayor que cualquier intento reaccionario. Y cuando Lázaro Cárdenas se convirtió en presidente, la Revolución al fin alcanzó la victoria, se convirtió en gobierno y gracias al Partido Nacional Revolucionario (que luego fue el Partido de la Revolución Mexicana y más adelante el Partido Revolucionario Institucional), México pudo al fin disfrutar de todas las bienaventuranzas que el Porfiriato le había arrebatado.
Todo lo anterior es radicalmente negado por Schettino.
El autor señala que, más que hablar de una Revolución, debemos comprender que hubo muchas revueltas distintas entre 1908 y 1938, todas con distintos intereses y que al final fue el agotamiento y el consenso lo que produjo la creación de un nuevo sistema político que gobernara nuestro país: el Nacionalismo Revolucionario.
La crisis política empezó cuando Porfirio Díaz envejeció y no pudo establecer un mecanismo gracias al cual el poder se transmitiera pacíficamente en México. La posibilidad de un cambio (falsamente expresada en su entrevista con James Creelman) llevó a que un amplio grupo de la clase media mexicana y de la alta burguesía, cansados de la falta real de opciones, buscara participar políticamente con la intención de sacar a Díaz de la presidencia pacíficamente. Cuando don Porfirio los metió a la cárcel y se reeligió por última vez en 1910, este grupo amplio se dio cuenta de que el único camino posible era el de las armas.
Para lograr su cometido, empezaron a congregar a otros grupos que tenían sus quejas particulares contra Díaz, sin que ello nos lleve a pensar que concordaban totalmente con los maderistas. Los campesinos de Morelos sólo querían recobrar sus tierras, y los agricultores del Norte deseaban mayor libertad para producir y comerciar sus cosechas. Cuando Madero logró llegar al poder se encontró con estos aliados incómodos y sólo se le ocurrió mantenerlos controlados, con lo que consiguió que se le voltearan, debilitando su presidencia y abriendo el paso a Victoriano Huerta.
Venustiano Carranza logró que personajes tan contrarios entre sí como Emiliano Zapata, Francisco Villa, Felipe Ángeles y Álvaro Obregón se unieran para acabar con Huerta y los restos del porfiriato. Pero cuando ésto se logró, las diferencias entre ellos provocaron una nueva guerra civil. Derramando sangre y haciendo política dura, Carranza pudo ser presidente y logró deshacerse de Zapata y Ángeles, pero no pudo evitar que su hijo político Alvaro Obregón lo traicionara en 1920.
Obregón y sus sonorenses se propusieron reconstruir el país implantando un liberalismo autoritario, pero su modelo también fracasó. Una nueva alternativa surgió cuando Plutarco Elías Calles logró que los sobrevivientes de tantas luchas se reunieran y acordaran repartirse el poder pacíficamente. Sin embargo, el triunfo de esta nueva clase política llegó cuando Lázaro Cárdenas pudo convertir a la Presidencia de la República en el eje rector de la vida nacional, y cuando logró institucionalizar el ejercicio del poder, para que el cargo y no la persona fuera lo importante.
Para lograr todo esto, Cárdenas tuvo que apoyarse en las organizaciones campesinas y obreras, creando un esquema corporativista que recordaba mucho al orden de la primera etapa de la Colonia. Los distintos estamentos (concretamente los obreros, los campesinos, el ejército y el "sector popular" integrado por la clase media urbana y la iniciativa privada) gozaban de distintas prerrogativas a cambio de rendir obediencia y lealtad al Estado Revolucionario.
El auge económico vivido en todo el mundo luego de la Segunda Guerra Mundial permitió que México contara con recursos para beneficiar a los estamentos, lo que, señala Schettino, no quiere decir que haya existido alguna vez un "Milagro Mexicano".
Este sistema equilibrado empezó a resquebrajarse cuando un sector de la clase media que no era parte del corporativismo, los estudiantes, comenzó a exigir reformas políticas y sociales. La única opción fue la de reprimirlos, consiguiendo el rechazo sordo del resto de la sociedad.
Durante los años 70 el Estado Mexicano se esforzó por recobrar la confianza de la clase media, pero se encontró con que el viejo sistema de desarrollo económico había acabado con los recursos del país, por lo que ya no había dinero para retribuir a los grupos urbanos clasemedieros.
Con una crisis política agudizada por las crisis económicas ocurridas entre 1976 y 1994, el Estado mexicano perdió cada vez más legitimidad, mientras que el discurso nacionalista se erosionaba. A pesar del intento de variar el rumbo en la segunda mitad de los años 80, con el neoliberalismo, la sociedad exigió cada vez más alternativas políticas, hasta que el PRI perdió la mayoría en el legislativo en 1997 y la presidencia en el 2000.
Lo dicho por Schettino no es nuevo. Distintos historiadores desde los años 80 han criticado a la Revolución Mexicana. Pienso en Hans Werner Tobler, Alan Knight, Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín, Lorenzo Meyer, e inclusive en Ramón Eduardo Ruiz, quien antecedió por décadas a Schettino en su conclusión de que jamás hubo una Revolución Mexicana.
Sin embargo, vale la pena leer este libro porque es un esfuerzo por presentar un amplio panorama de lo que fue el siglo XX mexicano, en lugar de concentrarse en pequeños periodos, algo muy común en la historiografía contemporánea.
Empero, hay algo que no me convence. ¿Deveras la Revolución Mexicana nunca existió?
Entiendo los argumentos que Schettino ofrece: El país se atrasó en muchos aspectos; si lo comparamos con 1910 tenemos áreas mucho más débiles que en ese entonces, nuestros recursos naturales y humanos son desperdiciados de manera bestial, la pobreza jamás se erradicó, la corrupción sigue tan campante como en sus primeros días y actualmente no tenemos un verdadero proyecto nacional.
Sin embargo, sin la intención de demeritar estos argumentos, no creo que todo eso sea prueba de que jamás hubo una Revolución Mexicana. No es que no haya existido; es que ya no existe, lo que es diferente. Si algo caracteriza a México a principios del siglo XXI es la falta de un proyecto nacional, de una imagen del futuro que queremos tener.
Todo eso lo brindaba la Revolución Mexicana, y a pesar de sus múltiples fallas, fue el referente sobre el que se construyó este país durante gran parte del siglo pasado.
Pienso en Daniel Cosío Villegas y La Crisis de México, un ensayo demoledor sobre el sistema político mexicano escrito en 1947, en el esplendor del alemanismo. A pesar de la dureza de su diagnóstico, Cosío Villegas nunca creyó que la Revolución no hubiera existido. Lo que sí aseguró es que sus protagonistas siempre estuvieron por debajo de las exigencias del movimiento de 1910, y que era urgente una depuración de personas y de principios.
Dudo que no haya existido la Revolución Mexicana, pero sí creo que como discurso legitimador del Estado Revolucionario está muerta. Y nos urge construir un nuevo discurso para plantearnos un futuro diferente al que nos espera si nos empeñamos en vivir en un presente continuo, en el que las soluciones siempre son provisionales y nuestras miras abarcan un muy corto espacio.
Un muy interesante libro: polémico, sustentado, y sobre todo, provocador. Justo lo que necesitamos como sociedad para despertar del marasmo y hacernos dueños de nuestro tiempo.




Comentarios

  1. SCHETTINO, POLEMICO COMO SIEMPRE, SIN EMBARGO ALGO DE RAZON RADICA EN SU DISCURSO,NO SE CONTINUO EL PROYECTO DE NACION DE 1910 Y COMO SERA DE CIERTO Q AUN NO TENEMOS NADA PARA EL 2010!!
    ESTABA LEYENDO EN EL PERIODICO Q EL PROYECTO PARA EL"ARCO BICENTENARIO" ESTA DETENIDO, A ESTA ALTURAS SI DIAZ VIVIERA YA LE HUBIERA DADO UN INFARTO!!
    SI MAL NO RECUERDO DESDE 1900 SE ESTABA PLANEANDO EL MAGNO FESTEJO DEL CENTENERIO DE LA INDEPENDENCIA...
    A VER Q PASA...

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