¡¡¡AVANDAROOOOO!!! (II)
“El festival de Avándaro contrasta con el acto cívico que acaba de celebrarse. En éste se ha expresado el sentir de la auténtica juventud de México, que es limpia y generosa y que defiende nuestras tradiciones y nuestra idiosincrasia”.
Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación, luego del acto para conmemorar a los Niños Héroes. Excélsior, 13 de septiembre de 1971.
El 11 de septiembre de 1971, poco más de cien mil jóvenes se reunieron en un gran campo ubicado en Avándaro, un club de golf cercano al pueblo de Valle de Bravo, en el Estado de México. Fueron a vivir una experiencia hasta ese entonces inédita: era el primer festival de Rock en México, al estilo de Woodstock.
El festival surgió gracias a un grupo de jóvenes que eran fans del rock y que tenían mucho dinero y los contactos necesarios. Eduardo López Negrete, Justino Compeán, Carlos Alazraki y Luis de Llano consiguieron el terreno, los patrocinadores, los músicos, y empezaron a anunciar en radio, prensa y televisión que un gran festival de Rock se efectuaría cerca de la Ciudad de México; sería una gran noche (doce horas de duración), que luego terminaría en una ya tradicional carrera de autos.
El boleto para entrar costaba 25 pesos (una cantidad importante para la época) y aparte habría venta de coca colas, papitas, sandwiches, cigarros y cerveza . El festival fue videograbado para hacer un programa de televisión, y además iban a producir un disco. Lo que nunca se imaginaron los organizadores es que llegara tanta gente (lo que hizo que Avándaro fuera un caos) y que la respuesta institucional fuera tan dura.
Con el 68 y el 10 de junio tan cercanos, era obvio que el ambiente de la época estuviera muy politizado, lo que era uno de los miedos de los organizadores. Sin embargo, durante el festival no hubo ninguna referencia a esos dos momentos difíciles en la historia de México. El desorden imperó, ya que la comida se acabó pronto, la competencia automovilística tuvo que suspenderse, la gente se arremolinaba frente al frágil escenario y luego muchos tuvieron que caminar por la carretera durante horas para salir de allí. Sin embargo, y comparado con otros festivales que se efectuaron después en otras partes del mundo, Avándaro tuvo un saldo más o menos blanco, comparable al de Woodstock.
A comienzos de septiembre de 1971, Excélsior, El Sol de México y El Universal comenzaron a anunciar el festival. Al principio lo hicieron en las secciones de deportes (puesto que el evento mayor era la carrera de coches, y el rock era sólo un agregado). Al acercarse el festival, los diarios mandaron a sus corresponsales, quienes primero mandaban notas de color, en las que enfatizaban el raro, exótico pero alegre ambiente que inundaba a Avándaro: muchísimos jóvenes llegados de todo México, vestidos estrafalariamente, pertenecientes a todas las clases sociales, conviviendo en armonía y compartiendo su comida y las drogas que llevaban. Sin embargo, entre el 12 y el 13 de septiembre la cobertura cambió: pasó al ámbito de la nota roja. Los reporteros enviados hablaron de muertos, de cientos de heridos, de automóviles secuestrados por hordas de hippies hambrientos en la carretera a Toluca, de violaciones, robos y ataques a la moral.
La droga corría libremente, dijeron los tres diarios, a pesar de que el gobierno del Estado de México había mandado policías a mantener el orden. Las mujeres se desnudaban y alguno de los asistentes cometió el gran desacato de enarbolar una bandera nacional que en el lugar del águila tenía el símbolo de la paz.
Durante los siguientes días, Excélsior, El Universal y El Sol de México siguieron la noticia. La cobertura fue muy parecida: entrevistaron a funcionarios públicos, académicos, líderes campesinos y obreros, psicólogos, y en algunos casos a los asistentes para conocer su opinión. Publicaron las declaraciones del Procurador General de la República, del Gobernador del Estado de México, del Secretario de Gobernación y del Presidente de la República. Le dieron muy poco espacio a los organizadores del festival para que dieran su versión de los hechos (y la mayoría de las veces lo hicieron editorializando las declaraciones).
Sin embargo, y a pesar de que los tres periódicos coincidían en señalar que Avándaro era un hecho nocivo en la historia de México que no debía repetirse, cada diario le dio un cariz distinto; lo que se nota en la información publicada y más aún en las columnas y editoriales de esos días. El Sol de México, desde el principio, le echó la culpa de todo lo ocurrido al gobernador de Estado de México, Carlos Hank González, por haberlo autorizado. Excélsior, al contrario, publicó la única entrevista que dio Hank en esos días, y manejó la información para mitigar la responsabilidad que pudiera tener el gobierno del Estado de México. El Universal simplemente ventiló que Hank enfrentaba un serio problema por lo ocurrido en Avándaro.
Los tres diarios culparon también a los organizadores, a los medios de comunicación, a las "influencias culturales provenientes del exterior" y a los traficantes de drogas por "la orgía de Avándaro". Pero al igual que con las notas hubo matices que es importante señalar, y que se manifiestan con evidencia en los editoriales y las columnas que cada periódico publicó. De eso te contaré mañana.
Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación, luego del acto para conmemorar a los Niños Héroes. Excélsior, 13 de septiembre de 1971.
El 11 de septiembre de 1971, poco más de cien mil jóvenes se reunieron en un gran campo ubicado en Avándaro, un club de golf cercano al pueblo de Valle de Bravo, en el Estado de México. Fueron a vivir una experiencia hasta ese entonces inédita: era el primer festival de Rock en México, al estilo de Woodstock.
El festival surgió gracias a un grupo de jóvenes que eran fans del rock y que tenían mucho dinero y los contactos necesarios. Eduardo López Negrete, Justino Compeán, Carlos Alazraki y Luis de Llano consiguieron el terreno, los patrocinadores, los músicos, y empezaron a anunciar en radio, prensa y televisión que un gran festival de Rock se efectuaría cerca de la Ciudad de México; sería una gran noche (doce horas de duración), que luego terminaría en una ya tradicional carrera de autos.
El boleto para entrar costaba 25 pesos (una cantidad importante para la época) y aparte habría venta de coca colas, papitas, sandwiches, cigarros y cerveza . El festival fue videograbado para hacer un programa de televisión, y además iban a producir un disco. Lo que nunca se imaginaron los organizadores es que llegara tanta gente (lo que hizo que Avándaro fuera un caos) y que la respuesta institucional fuera tan dura.
Con el 68 y el 10 de junio tan cercanos, era obvio que el ambiente de la época estuviera muy politizado, lo que era uno de los miedos de los organizadores. Sin embargo, durante el festival no hubo ninguna referencia a esos dos momentos difíciles en la historia de México. El desorden imperó, ya que la comida se acabó pronto, la competencia automovilística tuvo que suspenderse, la gente se arremolinaba frente al frágil escenario y luego muchos tuvieron que caminar por la carretera durante horas para salir de allí. Sin embargo, y comparado con otros festivales que se efectuaron después en otras partes del mundo, Avándaro tuvo un saldo más o menos blanco, comparable al de Woodstock.
A comienzos de septiembre de 1971, Excélsior, El Sol de México y El Universal comenzaron a anunciar el festival. Al principio lo hicieron en las secciones de deportes (puesto que el evento mayor era la carrera de coches, y el rock era sólo un agregado). Al acercarse el festival, los diarios mandaron a sus corresponsales, quienes primero mandaban notas de color, en las que enfatizaban el raro, exótico pero alegre ambiente que inundaba a Avándaro: muchísimos jóvenes llegados de todo México, vestidos estrafalariamente, pertenecientes a todas las clases sociales, conviviendo en armonía y compartiendo su comida y las drogas que llevaban. Sin embargo, entre el 12 y el 13 de septiembre la cobertura cambió: pasó al ámbito de la nota roja. Los reporteros enviados hablaron de muertos, de cientos de heridos, de automóviles secuestrados por hordas de hippies hambrientos en la carretera a Toluca, de violaciones, robos y ataques a la moral.
La droga corría libremente, dijeron los tres diarios, a pesar de que el gobierno del Estado de México había mandado policías a mantener el orden. Las mujeres se desnudaban y alguno de los asistentes cometió el gran desacato de enarbolar una bandera nacional que en el lugar del águila tenía el símbolo de la paz.
Durante los siguientes días, Excélsior, El Universal y El Sol de México siguieron la noticia. La cobertura fue muy parecida: entrevistaron a funcionarios públicos, académicos, líderes campesinos y obreros, psicólogos, y en algunos casos a los asistentes para conocer su opinión. Publicaron las declaraciones del Procurador General de la República, del Gobernador del Estado de México, del Secretario de Gobernación y del Presidente de la República. Le dieron muy poco espacio a los organizadores del festival para que dieran su versión de los hechos (y la mayoría de las veces lo hicieron editorializando las declaraciones).
Sin embargo, y a pesar de que los tres periódicos coincidían en señalar que Avándaro era un hecho nocivo en la historia de México que no debía repetirse, cada diario le dio un cariz distinto; lo que se nota en la información publicada y más aún en las columnas y editoriales de esos días. El Sol de México, desde el principio, le echó la culpa de todo lo ocurrido al gobernador de Estado de México, Carlos Hank González, por haberlo autorizado. Excélsior, al contrario, publicó la única entrevista que dio Hank en esos días, y manejó la información para mitigar la responsabilidad que pudiera tener el gobierno del Estado de México. El Universal simplemente ventiló que Hank enfrentaba un serio problema por lo ocurrido en Avándaro.
Los tres diarios culparon también a los organizadores, a los medios de comunicación, a las "influencias culturales provenientes del exterior" y a los traficantes de drogas por "la orgía de Avándaro". Pero al igual que con las notas hubo matices que es importante señalar, y que se manifiestan con evidencia en los editoriales y las columnas que cada periódico publicó. De eso te contaré mañana.
AHORA SE SIENTE YA MAS RELAJADO, CON GANAS DE HABERLO VIVIDO; EL LENGUAJE ESTA MAS APEGADO A NUESTRA EPOCA, YA QUIERO LEER EL Q SIGUE....
ResponderBorrarese festival hizo historia, yo solo tenia 10 años en aquel entonces. Me gustaria haberlo vivido de cerca.
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