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Mostrando las entradas de agosto, 2011

Gustavo, el malo; era muy malo...

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Entre muchas otras linduras, nuestra clase política es ágrafa. No les gusta leer (aunque siempre presuman de que "están releyendo el Quijote") y mucho menos escriben sus memorias. Es una lástima, ya que, a pesar de que tenemos las biografías políticas de José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Jesús Silva Herzog y muchos otros, nuestro panorama biográfico está muy incompleto. Nos falta, por mencionar un sólo ejemplo, una gran biografía sobre Adolfo López Mateos, que nos explique si es verdad que era guatemalteco y que nunca se tituló como licenciado en derecho. Por otro lado, si los políticos no escriben sus memorias, los historiadores hemos despreciado el género biográfico durante varias décadas. Los "hijos de Clío" (no es una cantina) hemos sido educados para enfocarnos en estudios de caso, y eso de investigar la vida de una persona nos parece muy "positivista", algo que, creo, es un error. Yo les confieso que espero algú

Sol de Monterrey...

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No cabe duda: de niño a mí me seguía el sol. Andaba detrás de mí como perrito faldero; despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños. Saltaba de patio en patio, se revolcaba en mi alcoba. Aun creo que algunas veces lo espantaban con la escoba. Y a la mañana siguiente, ya estaba otra vez conmigo, despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños. (El fuego de mayo me armó caballero: yo era el Niño Andante y el sol, mi escudero.) Todo el cielo era de añil; toda la casa, de oro. ¡Cuánto sol se me metía por los ojos! Más adentro de la frente, a donde quiera que voy, aunque haya nubes cerradas, ¡oh, cuánto me pesa el sol! ¡Oh, cuándo me duele, adentro, esa cisterna de sol que viaja conmigo! Yo no conocí en mi infancia sombra, sino resolana- Cada ventana era sol, cada cuarto eran ventanas. Los corredores tendían arcos de luz por la casa. En los árboles ardían las ascuas de naranjas

Hidalgo y su primera proclama

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La semana pasada fue presentado el libro Hidalgo, maestro, párroco e insurgente . Este libro, escrito por el historiador Carlos Herrejón , promete ser la mejor biografía jamás realizada sobre el cura de dolores. Herrejón, miembro de El Colegio de Michoacán , es uno de los mayores conocedores de la Independencia de México, y seguramente su nuevo libro nos permitirá entender mejor a uno de los personajes más interesantes (y complejos) de nuestra historia. Queda la promesa de reseñar próximamente el libro en este blog. Por lo pronto (y para calentar ánimos), los dejó con un documento del padre Hidalgo: es una de las primeras proclamas que lanzó el ejército independentista, semanas después de haber salido del pueblo de Dolores. El día 16 de septiembre de 1810, verificamos los criollos en el pueblo de Dolores y villa de San Miguel el Grande, la memorable y gloriosa acción de dar principio a nuestra santa libertad poniendo presos a los gachupines, quienes para mantener su dominio y

Entre los individuos, como entre las naciones...

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El 15 de julio de 1867, el presidente Benito Juárez regresó a la Ciudad de México, luego de haberla dejado durante cuatro años, en los que la nación tuvo que pelear su segunda guerra de independencia. En su mensaje de victoria a los mexicanos, el presidente Juárez señala que fue gracias al sacrificio del pueblo que la República logró sobrevivir a la agresión francesa, que el gobierno se mantuvo firme y no pidió ninguna ayuda a otros países, y al haberse alcanzado la paz llegaba el momento de llamar a elecciones para que otra persona se encargara de la Presidencia de la República. Como nosotros sabemos, Juárez no dejó el cargo en 1867, y la República no habría sobrevivido sin el respaldo de Estados Unidos (quienes no deseaban un gobierno europeo en el continente). Sin embargo, el discurso de Juárez llama la atención por su confianza en la gente y en las leyes para sostener al país y levantarlo del hoyo en que se encontraba. Vivimos un momento muy complicado; eso todos lo sabemos. C