Gustavo, el malo; era muy malo...
Entre muchas otras linduras, nuestra clase política es ágrafa. No les gusta leer (aunque siempre presuman de que "están releyendo el Quijote") y mucho menos escriben sus memorias. Es una lástima, ya que, a pesar de que tenemos las biografías políticas de José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Jesús Silva Herzog y muchos otros, nuestro panorama biográfico está muy incompleto. Nos falta, por mencionar un sólo ejemplo, una gran biografía sobre Adolfo López Mateos, que nos explique si es verdad que era guatemalteco y que nunca se tituló como licenciado en derecho.
Por otro lado, si los políticos no escriben sus memorias, los historiadores hemos despreciado el género biográfico durante varias décadas. Los "hijos de Clío" (no es una cantina) hemos sido educados para enfocarnos en estudios de caso, y eso de investigar la vida de una persona nos parece muy "positivista", algo que, creo, es un error.
Yo les confieso que espero algú